
En los libros 1 y 3 de las Epidemias volvemos, empero, a encontrar la medicina meteorológica. En el marco de la conexión natural que esta teoría supone, determinada localmente, hay que observar la aparición de las enfermedades, su decurso y el modo en cómo la naturaleza del individuo reacciona a influencias externas o a perturbaciones orgánicas internas. En esta observación debe basarse la terapéutica. Los libros 2, 4 y 6 son, curiosamente, posteriores al 1 y 3, y nos presenta en ellos un gran respeto por la naturaleza, frente a cuya capacidad autónoma de sanar el poder del arte médico resulta muy modesto. "La naturaleza encuentra por sí misma y sin vacilación sus caminos". O bien: "la naturaleza sabe; por sí misma, sin haberlo aprendido, hace lo necesario". "Las constituciones naturales son los médicos de las enfermedades". Es notable en estos libros la atención que presta a la relación entre la situación del cuerpo y los efectos anímicos, relacionando la eutimia (serenidad del ánimo) con una vida física equilibrada en todo. Tod abundantemente regado con ejemplos del desarrollo de determinadas enfermedades en determinados pacientes, así como del éxito o fracaso del tratamiento.
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