Ahora cada uno aboga por su región y en su chauvinismo mediocre busca encumbrar el humo de su tierra más que el fuego de la ajena. A mí me falta patria y se me empequeñece el mundo, pero añoro viejos tiempos en los que el mundo era más sencillo y veía en esa pobre Castilla buenas cosas que ya no volverán.
Y es que uno nace en Castilla y la cigüeña que le trae ya le explica que le trae a una tierra
de campanarios altos y vistas de adobe, de atardeceres extendidos color
ladrillo y de castañas pilongas y reciedumbre feliz de brasero. Y le explicará que sus costumbres serán graves, su expresión adusta y su hacer, sincero. Y que aún envuelto en andrajos, dispone de su honra en más valor que su vida.
La pobre alma castellana, arrambada a una tierra de gentes sencillas, del saber con orgullo que todo se convierte tarde o temprano "en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada”.
Un suelo pobre, como el nuestro, dependiente de un cielo veleidoso y
poco complaciente, creaq pobres gentes de gustos simples, como sus iglesias. Pero altivos, como sus campanarios.
Aquel viejo
dicho de "Castilla hace sus hombres y los gasta", en el que se pretendió
simbolizar la abnegación y el desinterés castellanos, apenas sí
conserva hoy algún sentido.
Mis ojos, agotados ya por muchas tierras y muchos paisajes, no se ha dejado deslumbrar por los
cielos altos y los horizontes lejanos de mi región, pese a su belleza de líneas sencillas, envolviéndolos en
una piadosa ojeada contemplativa para recrearme, luego, en blandas
pinturas a la acualera. Miro ahora al paisaje de mi niñez y recuerdo a los viejos campesinos para describir su marginación, su
soledad, su pobreza y su deserción presentes. La estampa de Castilla
desertizada, con sus aldeas en ruinas y los últimos habitantes como
testigos de una cultura que irremisiblemente morirá con ellos, puesto
que ya no quedan manos para tomar el relevo.
Hago mías aunque las cambie, las palabras de Delibes. La melancolía de lo que fue ese bendito tiempo de mi juventud. ¿Que es amargo? Es así como me agrada. Esa amargura es el sabor de mi tierra.
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