El latín fue durante muchos siglos la lengua de la ciencia. En esta lengua se escribieron grandes obras que han resultado clave en la historia de la ciencia, como De Revolutionibus Orbius Coelestium, de Copérnico. O Astronomia nova y Harmonice Mundi, de Kepler. Hay muchos más, por supuesto. En la misma astronomía, otro más con Sidereus Nuncius, de Galileo. ¿A alguien le gusta la física? Pues tenemos Philosophiae Naturalis Principia Mathematica, de Newton, o las Disquisitiones Arithmeticae, de Gauss. Farenheit, Morgagni (el gran anatomista) y sobretodo C. Linneo escribieron sus grandes obras en latín. Y en esta lengua se ha fraguado el mundo tal y como lo conocemos hoy en día. Pero hoy se dice que el latín está muerto.
Es cierto que poco a poco el latín ha sido desplazado en ciencia por otras lenguas, pero nunca ha perdido el carácter de idioma culto, y hasta grandes sentencias del pensamiento son aún conocidas en su versión latina. Por ejemplo, Descartes escribió su obra en francés, Discourse de la méthode. Pero pese a su uso de la lengua nacional, incluso en un país tan chovinista como Francia, su máxima sentencia sigue siendo conocida como cogito ergo sum, y no como je pense, donc je suis.
Si alguien es escéptico, podré otros ejemplos: Scientia est potentia (Bacon), homo homini lupus est (Thomas Hobbes), sub specie aeternitatis (Spinoza). Incluso Leibniz, que promovió el uso del alemán para textos científicos, escribió casi siempre en latín y a veces en francés.
Lamentablemente esto ha cambiado. El inglés, idioma de la pérfida Albión, ha ocupado su lugar de forma prácticamente absoluta. Ni siquiera en Francia se asume el francés como lengua de ciencia, por mucho que durante siglos así lo fuera. Y el alemán, idioma especialmente dotado para la ciencia, ha perdido este status ya desde hace unas décadas. Poco a poco se ha ido derivando hacia el inglés como única lengua de conocimiento y lengua habitual de enseñanza de muchas disciplinas. Tal vez concedo que para determinadas especialidades científicas puede resultar suficiente, sobretodo en ciencias naturales donde el lenguaje se basa en fórmulas estrictas y sintéticas. Poco problema puede dar, por ejemplo, en física, donde la expresividad del inglés resulta suficiente y su parquedad en palabras no supone una diferencia importante.
Pero hay ámbitos, sobretodo en humanidades, en los que el dominio lingüístico y el matiz expresivo, la sutilidad en el lenguaje, pueden resultar clave. Estar entonces obligado a expresarme en inglés me supone una notable desventaja con respecto a los que tienen este idioma como lengua materna. Y no veo una clara justificación para ello. El latín no era lengua materna de nadie desde la caída del imperio romano. Incluso desde antes... Usar el latín como lengua de ciencia implicaba que todos partían del mismo punto, y se había demostrado perfectamente válida para este uso. Además, había alcanzado su status de lengua universal a partir de los éxitos logrados por los romanos en ciencia y filosofía, y con todos mis respetos para Shakespeare y compañía, no me parece tan evidente que la cultura inglesa haya alcanzado una relevancia comparable.
Pero toca fastidiarse. Habrá que cambiar la elegancia de las contrucciones latinas por una lengua con 3 tiempos verbales y la cochina costumbre de cambiar el significado de un verbo sólo por colocarle una partícula detrás. Parafraseando a Forges diría "país", pero no me toca más que decir: Mundo!!!