Leyendo el fantástico libro de Olalla, Historia Menor de Grecia, me he quedado con una de sus reflexiones. Hablaba de Alejandro Magno, conocido en todo el mundo por sus hazañas al punto de ser incluso admirado por Aníbal. Muy pocos hoy en día ignoran su nombre aunque francamente dudo que pudieran decir exactamente cuáles son los motivos por los que es conocido: Conquistador de Grecia, de Persia, expugnador de ciudades, extremo en sus amores y en sus odios, con una vida tan corta como intensa y marcada por increíbles logros y enormes excesos, fuera del común de los mortales. Por esto, y mucho más, goza de fama imperecedera. Pero poca gente puede saber quiénes son Calístenes y Clíto el Negro. Y son 2 de los errores de Alejandro, pero quizá los más intensos. Los más imposibles. Los más absurdos. Clíto fue amigo suyo de la infancia. Luchó con él en todas sus batallas y llego hasta a salvarle la vida. Alejandro, en una noche de borrachera y dejando fluir un intenso resquemor le asesinó de una lanzada cuando su amigo le estaba reprochando delante de todos haber perdido los valores por los que hombres como él le siguieron a morir si convenía. Durante 3 días le lloró, y dicen intentó quitarse la vida con la misma lanza con la que le había matado poco antes. Bien es verdad que le concedió grandes honores fúnebres, pero eso a un muerto, ¿qué le importa?
Calístenes, sobrino de Aristóteles, es llamado por Olalla el más libre de los hombres. Libre como para reprender al gran rey sus demanes, su arrogancia, recriminarle su loca manera de proceder al estilo de los peores sátrapas persas. Lo bastante libre como para olvidar la más elemental prudencia, y morir en la prisión, donde fue arrojado por Alejandro. Sólo es libre el hombre que no tiene miedo, y buenos y muy valientes hombres tuvo este gran general con él.
Y sí, alejandro hizo mucho para no ser olvidado. Y como bien dice Olalla, «Él conquistó todo desde un rincón de Macedonia hasta las profundidades
de Asia», responderán: «Sí, pero mató a Calístenes y a Clito».