En varias ocasiones me he hallado en situación de explicar, en las innumerables clases que llevo dando en la universidad, la importancia de la memoria. Y no puedo menos que ver cómo miles de personas tiende a malograr sus experiencias en todo cuanto emprenden al tratar de recogerlo todo en esas dichosas redes sociales, pero sobretodo por grabarlas con el móvil. Más ocupadas quizá en grabarlo y exponerlo que en vivirlo de verdad.
Quizá no sea extrapolable, pero a quien le interese siempre le explico cómo dejé de tomar fotografías ya hace unos cuantos años, después de un viaje importantísimo para mí de Interrail por Italia, Grecia y Estambul. Pese a que no estuve todo el viaje fotografiando como un demente, sí recuerdo a veces cierta aprehensión por no disfrutar quizá algo más del viaje. Impresión que se exacerbó en mis últimos viajes en bicicleta, sobretodo por el Danubio, ya que tras el primero de ellos, al regresar a casa del viaje, me
encontré en posesión de una serie de fotografías muy mediocres, y
poca memoria real de lo que había visto. Me "olvidé" de la cámara en mis viajes posteriores, durante los cuales opté por buscar otro tipo de recuerdo al pretender sólo grabar en mi mente lo visto. hecho que potencié con lecturas sobre allí a donde iba, pero sobretodo haciendo dibujos muy mediocres, casi diría que malos, pero que incrementaron en mucho mi memoria de cuanto veía y que creo me hicieron disfrutar doblemente. Si lo creo necesario, recurro a Eli y sus mucho mejores fotografías, para
recuerdos futuros. Esta placa sobre Maria Sonia, en la Iglesia de San Esteban en Tulln, refleja bien a las claras esto que digo. Para lo nimio que resulta este detalle, me es imposible olvidarlo. Así como el águila en la puerta de la iglesia. Sólo recuerdos...
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