Se llama literatura patrística al conjunto de las obras cristianas que datan de los tiempos de los Padres de la Iglesia. Pero no todas tiene a los Padres de la Iglesia como autores, y ni siquiera esto está rigurosamente precisado. Se designa así a todos los escritores eclesiásticos muertos en la fe cristiana y en comunión con la Iglesia. En sentido estricto, un Padre de la Iglesia debe presentar 4 caracteres:
- Ortodoxia doctrinal.
- Santidad de vida.
- Aprobación de la Iglesia.
- Antigüedad relativa (hasta el final del siglo III d.c).
Cuando falta la cuarta característica, la antigüedad, si el escritor es relevante y ha representado de manera eminente la doctrina, recibe el título de Doctor de la Iglesia. Pero el uso autoriza a llamar Padres a los más antiguos hasta Gregorio Magno. En la edad media se designaba a todos ellos con el título de Sancti. Cuando se distinguía a los santos de los filósofos se entendía que se hablaba de los Doctores de la Iglesia.
En 1298 Bonifacio VIII elevó al rango de Doctor a Ambrosio, Agustín, Jerónimo y Gregorio Magno. Muchos otros, como Tomás de Aquino, son relativamente recientes, y Buenaventura recibió este título ya en 1587.
Un Doctor de la Iglesia no es infalible, y se considera que cuando se equivoca no habla como doctor. Una teoría un tanto perversa...Por debajo de los Doctores están los Escritores eclesiásticos con una autoridad doctrinal mucho menor y de ortodoxia a veces lejos de ser irreprochable, pero que son testigos antiguos de la tradición, como Orígenes y Eusebio de Cesárea.
Estas precisiones son de origen moderno, pues en la Edad Media no se distribuía a estos autores de forma tan precisa.
- Ortodoxia doctrinal.
- Santidad de vida.
- Aprobación de la Iglesia.
- Antigüedad relativa (hasta el final del siglo III d.c).
Cuando falta la cuarta característica, la antigüedad, si el escritor es relevante y ha representado de manera eminente la doctrina, recibe el título de Doctor de la Iglesia. Pero el uso autoriza a llamar Padres a los más antiguos hasta Gregorio Magno. En la edad media se designaba a todos ellos con el título de Sancti. Cuando se distinguía a los santos de los filósofos se entendía que se hablaba de los Doctores de la Iglesia.
En 1298 Bonifacio VIII elevó al rango de Doctor a Ambrosio, Agustín, Jerónimo y Gregorio Magno. Muchos otros, como Tomás de Aquino, son relativamente recientes, y Buenaventura recibió este título ya en 1587.
Un Doctor de la Iglesia no es infalible, y se considera que cuando se equivoca no habla como doctor. Una teoría un tanto perversa...Por debajo de los Doctores están los Escritores eclesiásticos con una autoridad doctrinal mucho menor y de ortodoxia a veces lejos de ser irreprochable, pero que son testigos antiguos de la tradición, como Orígenes y Eusebio de Cesárea.
Estas precisiones son de origen moderno, pues en la Edad Media no se distribuía a estos autores de forma tan precisa.
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