Un personaje curioso en la historia de Oriente Medio es este rey de Babilonia. Nabonid. Era una persona piadosa y bonachona que tenía en una especie de arqueología primitiva su afición principal. Iba de una ciudad a otra de su reino reconstruyendo templos, y se rodeaba siempre de escritores y sabios. Era my amante de la historia y viajaba siemrpe que era posible para conocer los lugares que salían en sus libros. Al llegar a un templo, lo reconstruía y lo primero que hacía era buscar la piedra sillar (donde había una narración breve de la fundación del templo. Podía estar así meses enteros, pero nos cuentan que él era feliz así. Claro que esto iba en perjuicio del gobierno de su reino, próspero pero débil y rodeado de poderosos ejércitos como el de Ciro (Persia). Cuando se dio cuenta, su reino estaba en serio peligro. Piadoso como era, mandó trasladar a Babilonia las estatuas de los dioses de todos los templos de su reino. Tras las poderosas murallas de su ciudad pensaba estar protegido y proteger a las estatuas a la vez. Su ejército fue derrotado y la ciudad se rindió casi sin lucha. Es posible que los sacerdotes, curiosa e irónicamente molestos con un rey tan piadoso, abrieran las puertas al enemigo. El pobre rey trató de huir, pero fue hecho prisionero.
Le guardo buen recuerdo a este personaje, ejemplo fiel de sabio despistado y con su tiempo empleado en tareas muy agradables pero que descuida las importantes. De haber sido griego, sería hoy más famoso que Einstein, pero poca gente conoce el mundo de Mesopotamia, sus pueblos y guerras, y así este personaje ha pasado muy desapercibido. De todas formas he de decir que en su desgracia encontró su fortuna, pues Ciro era un rey generoso y consideró tan inofensivo a Nabonid que no sólo le trató con benevolencia, sino que le dio recursos para continuar con sus piadosas obras.
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