miércoles, 14 de enero de 2009

Sobre la interpretación.

Aristóteles expone en este libro la primera teoría de la significación que se conoce. Se establece una interpretación del lenguaje en el que la escritura es símbolo de la palabra hablada, la cual es símbolo de las imágenes o afecciones de cada interlocutor. Las imágenes son las mismas para todos, pero los símbolos cambian según los pueblos.

Define además el nombre, el verbo y el enunciado, y aísla de estos el apofántico, el que es susceptible de verificación o de falsación.

Para Aristóteles, todos los nombres y los verbos significan algo, por tanto, tienen un significado noético (mental), pero por sí mismos no dicen si ese significado está representado por un objeto real o no. La existencia/inexistencia la marca el verbo ser (o no ser).

Así, el carácter verificable/falsable de los enunciados apofánticos se da también por medio del verbo ser. Aristóteles concibe la verdad como existencia, por lo que tiene problemas con las aserciones de posibilidad y necesidad. No dispone de una diferenciación entre necesidad lógica y necesidad material que acaba salvando mediante el ser en potencia y el ser en acto.

Palntea en este libor el célebre paralelogramo de oposición entre los enunciados apofánticos, transmitido por la tradición escolástica:

- A: La aserción universal afirmativa.
- E: La universal negativa.
- I: La particular afirmativa.
- O: La particular negativa.

A tiene una oposición de contradicción con O
I tiene una oposición de contradicción con E
A tiene oposición de contrariedad (incompatibilidad) con E
I tiene relación de compatibilidad con O
A tiene relación de consecución (implicación) con I
E tiene relación de consecución con O



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