La arqueología científica cobra impulso con la obra de Walter Taylor A Study of Archeology (1948). Taylor procedió a demostrar que los limitados objetivos de los arqueólogos estimulaban la negligencia en el trabajo de campo y los análisis. Muchos artefactos incluso no eran ni examinados ni descritos en detalle: La cerámica y los restos líticos tenían clara preponderancia sobre la cestería, o los restos de flora y fauna se recogían y se identificaban inadecuadamente, así que los arqueólogos en realidad no sabían qué se comía o porqué algunos asentamientos se usaban sólo estacionalmente. Así las cosas, los datos cuantificados estaban ausentes.
Para remediar estos defectos, Taylor ofrecía el enfoque conjuntivo. Propuso especial atención a los artefactos y a las características y a cómo se relacionaban. Se pondría especial cuidado en tratar los aspectos cuantitativos y las distribuciones espaciales de los hallazgos arqueológicos así como de sus propiedades formales y de la evidencia de cómo se habían hecho y utilizado. Así podrían saber la naturaleza de la vida y las relaciones funcionales dentro de una cultura.
Defendía que los arqueólogos deberían recuperar toda la información posible sobre los yacimientos, hasta la que pareciera más trivial. También recoger información sobre el contexto paleoambiental y cualquier dato histórico y etnográfico relacionado:
Para remediar estos defectos, Taylor ofrecía el enfoque conjuntivo. Propuso especial atención a los artefactos y a las características y a cómo se relacionaban. Se pondría especial cuidado en tratar los aspectos cuantitativos y las distribuciones espaciales de los hallazgos arqueológicos así como de sus propiedades formales y de la evidencia de cómo se habían hecho y utilizado. Así podrían saber la naturaleza de la vida y las relaciones funcionales dentro de una cultura.
Defendía que los arqueólogos deberían recuperar toda la información posible sobre los yacimientos, hasta la que pareciera más trivial. También recoger información sobre el contexto paleoambiental y cualquier dato histórico y etnográfico relacionado:
- La primera tarea analítica es averiguar su cronología interna para determinar qué evidencia es sincrónica o sucesiva.
- Luego viene la síntesis del material del yacimiento: Etnográfica (determinar cómo había vivido la gente en el yacimiento) e historiográfica (trazar cómo cambian las formas de vida en el desarrollo de su ocupación e intentar explicar los cambios).
Luego pueden hacerse ya los estudios comparativos, incluyendo comparación de contextos culturales totales y no los ítems individuales de cultura. Se trata de conocer cómo se relacionaba el yacimiento con un modelo de vida más amplio, correspondiente al territorio circundante. Por ejemplo, yacimientos de cazadores-recolectores podían relacionarse entre sí para configurar modelos anuales rotatorios, o pequeñas aldeas asociadas a centros superiores, dando información sobre estructuras jerárquicas de las civilizaciones antiguas. El principal objetivo es el conocimiento general de la naturaleza y el funcionamiento de la cultura.
Supuso un punto de inflexión en los estudios arqueológicos: La llamada nueva arqueología, abanderada más tarde por Lewis R. Binford, que proponía un estudio más orientado hacia la comprensión de la evoción cultural y no tanto a la mera catalogación y datación de los objetos encontrados.
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