miércoles, 8 de enero de 2014

Lo inútil de la cultura (leed el post, el título no es lo que parece...)

Primer post del año para insistir con Ordine y sus reflexiones sobre la cultura. Sacado de un artículo de "El País":

Esta crónica aborda, sin embargo, la historia de otro hombre de letras indignado, el profesor italiano Nuccio Ordine (que figura en su partida de bautismo como Diamante Ordine). Con los mismos o parecidos personajes —una cultura apuñalada, una educación asfixiada y un pueblo adormecido—, Ordine (Diamante, 1958) ha preferido usar la palabra para embestir contra la ignorancia promovida desde las instituciones y advertir de sus efectos a la ciudadanía. Si dejamos que nos roben el legado de nuestros antepasados y que se mutile el conocimiento, avisa, no es que dejemos de ser personas cultivadas: es que las generaciones futuras dejarán de ser personas en sentido estricto.
 
El vehículo empleado por Ordine para su clamor profético es el manifiesto titulado La utilidad de lo inútil, cuya publicación en España debemos a Jaume Vallcorba, padre de las editoriales mellizas Acantilado y Quaderns Crema, y al traductor y profesor de Filosofía Jordi Bayod Brau.

La barbarie de lo útil ha corrompido nuestras relaciones y afectos íntimos”
Ordine, profesor de prestigiosas universidades, experto en el Renacimiento y director de varias colecciones de clásicos en la editorial Les Belles Lettres de París, se dice “emocionado” por la recepción de su libro en Barcelona, donde fue presentado recientemente, y en Madrid (donde fue apadrinado por Fernando Savater). “La gente me abrazaba y me daba las gracias. Un estudiante me dijo: ‘Decidí estudiar Filosofía y Paleografía contra la voluntad de mi padre, que me preguntaba para qué servía eso. Su libro me ha reafirmado en mi decisión”, recuerda.

La tesis central del libro puede ser resumida en la idea de que la literatura, la filosofía y otros saberes humanísticos y científicos no son inútiles, como cabría deducir de su progresivo destierro en los planes educativos y presupuestos ministeriales, sino imprescindibles. “El hecho de ser inmunes [dichos saberes] a toda aspiración al beneficio” constituye, según el autor, “una forma de resistencia a los egoísmos del presente, un antídoto contra la barbarie de lo útil, que ha llegado incluso a corromper nuestras relaciones sociales y nuestros afectos más íntimos”.

(...)

¿Por qué este libro? “Llevo 24 años como profesor intentando convencer a mis alumnos de que no se viene a la universidad a obtener un diploma, sino a intentar ser mejores, esto es, a aprender a razonar de forma autónoma”. Para Ordine, la transmisión del amor por el conocimiento es un deporte de combate. Y eso implica desmontar algunas ideas materialistas imbuidas por el sistema capitalista. “La gente piensa que la felicidad es un producto del dinero. ¡Se engañan!”, afirma.

Dicha pretensión se ha extendido ya a todos los ámbitos. “El utilitarismo ha invadido espacios en los que que no debería haber penetrado nunca, como las instituciones educativas”, denuncia el profesor calabrés. Y advierte: “Cuando se recorta el presupuesto para las universidades, las escuelas, los teatros, las investigaciones arqueológicas, las bibliotecas… se está cercenando la excelencia de un país y eliminando cualquier posibilidad de formar a toda una generación”.


El autor se apoya también en un discurso ¡de 1848! de Víctor Hugo ante la Asamblea constituyente de Francia, donde el escritor pronunció estas palabras: “Las reducciones propuestas en el presupuesto especial de las ciencias, las letras y las artes son doblemente perversas. Son insignificantes desde el punto de vista financiero y nocivas desde todos los demás puntos de vista”. Dice Ordine que cuando leyó ese discurso pegó un salto hasta el techo, y hace suyas las tesis de Hugo al afirmar (exclamar, más bien) que “¡es en las épocas de crisis cuando hay que doblar el presupuesto para la cultura!”.

El manifiesto incluye también un escrito premonitorio de Abraham Flexner, publicado en 1939, que evangeliza sobre la importancia de la ciencia. “Quería que quedara claro que la defensa de lo inútil [lo no ligado al afán de lucro] no atañe solo a escritores y humanistas, sino que es una lucha que concierne también a los científicos”, explica Ordine. “El estado no puede renunciar a la ciencia básica [en aras del beneficio]; por eso he escrito un capítulo dedicado a las universidades entendidas como empresas”.
La utilidad de lo inútil no es sólo un argumentario contra la deriva del utilitarismo o el “satánico comercio” (Baudelaire): es también un manual para superar lo que el autor del libro llama “el invierno de la conciencia” y para recordar, con Montaigne, que “es el gozar, no el poseer, lo que nos hace felices”.

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