lunes, 5 de marzo de 2012

Maravillas de los trenes


Se lo dedico a Eli, a sus tribulaciones con los trenes franceses y a los "maravillosos" viajes cortesía de SNCF que ha soportado últimamente. Es un texto de U. Eco en donde simplemente hay que cambiar "americano" por "francés" y automáticamente la buenaza de Eli comenzará a despotricar sobre la falta de excelencias del sistema ferroviario francés (o dicho menos finamente, a cagarse en las p...madres que los parió, os... pu... cagüentó.....):


"Los ferrocarriles americanos son la imagen de cómo podría ser el mundo después de una guerra atómica. No es que los trenes no salgan, pero a menudo no llegan, se rompen por el camino, se hacen esperar con seis horas de retraso en estaciones enormes, gélidas y vacías, sin bar y habitadas por tipos poco recomendables, con unos conductos subterráneos que recuerdan el metro neoyorquino de Regreso al planeta de los simios. La línea entre Nueva York y Washington, donde viajan periodistas y senadores, al menos en primera clase, ofrece el confort de una businness class con una bandeja caliente a la altura de los comedores universitarios. Pero otras líneas tienen vagones sucios, con cojines de falso cuero destripados, y el bar ofrece comidas que hacen añorar (y me diréis que exagero) el serrín reciclado que se nos impone en nuestros trenes de alta velocidad.
  
Vemos películas en color donde se llevan a cabo depravados delitos en lujosos coches-cama, con mujeres blancas y bellísimas abastecidas de champán por camareros negros recién salidos de "Lo que el viento se llevó". Falso. En realidad, en los trenes americanos hay pasajeros negros recién salidos de "La noche de los muertos vivientes" y los revisores blancos pasan asqueados por los pasillos, tropezando con botes de Coca-Cola, equipajes abandonados, páginas de periódico embadurnadas de crema de atún salpicada de los bocadillos al abrir su envoltorio de plástico hirviente irradiado por microondas perniciosísimas para el patrimonio genético.

El tren, en América, no es una elección. Es un castigo por haber desantendido la lectura de Weber sobre la ética protestante y el espíritu del capitalismo, cometiendo la incorreción de quedarse pobre. Pero la última palabra de orden de los liberals es politically correct (PC; el lenguaje no debe hacer advertir las diferencias). Y los revisores son amabilísimos incluso con el último vagabundo (naturalmente, debería decir "sin domicilio fijo"). En la Pennsylvania Station pendonean también los "sin destino", que echan ojeadas distraídas a los equipajes de los demás. Pero están frescas las polémicas sobre la brutalidad de la policía de Los Ángeles, y Nueva York es una ciudad PC. El policía, de tipo irlandés, se acerca al presunto vagabundo, sonríe y le pregunta cómo es que anda por allí. El otro apela a los derechos humanos, el policía observa seráfico que fuera hace una magnífica jornada, luego se va, haciendo oscilar (no voltear) su larga porra".

1 comentario:

Elisabet Garrigues dijo...

Gracies!
Ja es ben cert ja. La comparació no podria ser millor. Caldria afegir que on es llegeix "línea entre Nueva York y Washington" es podria substituir per la línia Bordeaux-Limoges.

Sembla que el fet que sigui una companyia privada no ajuda o més aviat perjudica a la puntualitat i a tenir un servei de qualitat a l'altura d'un país europeu que pretén ser model i capdavanter en economia. Jo no entenc de public ni privat però la RENFE dona 10^6 voltes a la SNCF.

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