Las clases de latín han sido vistas como una cosa moribunda
durante mucho tiempo. Mis propios amigos la consideran una lengua muerta, algo que no sirve para nada. Y casi puedo decir que se burlan de mi gusto por una lengua que nadie habla fuera de círculos eruditos, pero que a mí me encanta y me permite leer libros antiguos directamente. Caramba, si hasta mis equipos del supermanager llevan nombres en latín. Y la gente me mira raro cuando digo que estudio latín en horas muertas (no muchas, he de reconocerlo...). Pero, en Alemania, uno de cada tres estudiantes
aprende esta lengua. ¿Está el latín más vivo que nunca? ¿Es Alemania una
excepción?
Una de las cualidades que distingue al Johanneum de otros centros de
enseñanza en Hamburgo es el valor que allí se le da a las lenguas
antiguas. Eso y el hecho de que el colegio sea uno de los más rancios de
la ciudad hanseática, atrae a muchas personas en busca de una educación
elitista para sus hijos. Anna Schünemann, profesora de idiomas en el
Johanneum, contempla ese fenómeno con algo de aprensión, sugiriendo que
el latín es mucho más que un ornamento exótico para la hoja de vida de
los estudiantes.
Ella procura que sus clases de latín sean más entretenidas que las
que ella recibió en su juventud, para contagiar a sus alumnos el placer
de hablar esa lengua. No obstante, Schünemann confiesa que sólo decidió
aprender latín porque abundaban los puestos de trabajo para los
profesores de esa cátedra. Y ella quería ser docente a como diera lugar.
Al parecer, ese es un motivo que lleva a muchos bachilleres a estudiar
latín en las universidades. Desde hace siete años, esa tendencia va en
aumento.
Una lengua lógica
Quienes estudian latín en las escuelas superiores lo hacen voluntariamente. En las escuelas, la historia es diferente. “Mi mamá quería que yo aprendiera latín”, dice Rubén entre risas; sus compañeros lo secundan con una sonrisa cómplice. Rubén hubiera preferido estudiar italiano; su amiga Carla cuenta que aprender inglés es más divertido que aprender latín. Markus subraya que, aunque esa lengua antigua no les va a servir de mucho en el futuro, sirve para aprender a pensar claramente.
“El latín es un idioma muy lógico”, explica Markus y muchos de
quienes recomiendan aprender ese idioma argumentan como este
quinceañero. En Alemania, la consciencia del valor y la utilidad del
latín parece ir recuperando terreno, al contrario de lo que ocurre en
los países vecinos. Aparte de Austria, todas las demás naciones de la
Unión Europea han reducido la presencia del latín en sus planes de
estudio. Los italianos y los franceses casi nunca se ven confrontados
con la raíz románica de sus lenguas nacionales.
Claudia Schindler de la alma máter de Hamburgo cita un estudio de la
Universidad Humboldt de Berlín según el cual las clases de la lengua
latina facultan a los estudiantes para aprender otros idiomas, no
solamente porque ella es la madre de otras lenguas, sino también porque
permite analizar cómo funcionan los lenguajes en general. Sin embargo,
aún en territorio germano, sería exagerado decir que el latín está más
vivo que nunca. En las universidades se tiene claro que, fuera del
precinto académico, el latín casi no se usa.
Dedicado a Barnabas.
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