Anicio Manlio Torcuato Severino Boecio nació en Roma de la noble estirpe romana de los Anicios. Estudió en Roma y posiblemente en Atenas (o quizá en Alejandría), pero no se dedicó sólo a la filosofía. Reconocido como sabio para sus contemporáneos, el rey Teodorico lo llamó para tareas políticas ejerciendo de cónsul. Más adelante defendería al senador Albino de forma tan vehemente que fue encarcelado en Pavía, y posteriormente ejecutado. Durante su estancia en la cárcel la tradición nos dice que escribió su famosa obra De consolatione philosophiae (sobre el consuelo de la filosofía), que fue uno de los más leídos y no faltaba en ninguna biblioteca monacal. A Boecio se lo tiene por el último romano y el primer escolástico, gozando de gran autoridad.
Ha legado a la Edad Media una cantidad considerable de ideas y problemas. Se había impuesto la tarea de hacer familiares a su época las obras de Platón y Aristóteles, sin dejar de lado tampoco la stoa. Su mérito histórico consiste en haber transmitido a la escolástica una porción de conceptos y términos fundamentales de la lógica y metafísica aristotélicas: actus, potentia, species, principium, universale, accidens, contingens, subiectum, etc. Es el maestro obligado de lógica (dialéctica). Pero también transmitió un gran número de conceptos y teorías platónicas, como los conceptos de Dios, felicidad, participación y su peculiar interpretación del universal. De consolatione viene a ser una especie de reproducción del Timeo de Platón.
También encuentra su cauce en él una buena cantidad de material estoico como el concepto de naturaleza, de ley natural, de serie casual. Contribuirá a que la posteridad se acostumbre a ver en primera línea el campo propio de la realidad en el mundo externo corpóreo.
El Universal: Con Boecio aparece este tema de importancia capital en la Edad Media. El problema estriba en el propio término de universal: ¿Significa “hombre” una cosa real, o sólo es una ficción de nuestro espíritu a la que no corresponde nada en las cosas reales? Boecio responde con su teoría de la abstracción. Con hombre no significamos una cosa, pues esta sería necesariamente una cosa particular y no podría predicarse de muchos. Tampoco significamos un nada, pues de la nada no podemos pensar nada. El sentido nos ofrece lo incorpóreo mezclado con lo corpóreo, pero nuestro espíritu puede abstraer lo incorpóreo y contemplar la mera naturaleza de la cosa. Esta naturaleza (forma, esencia, idea) es lo que significamos con el concepto universal. A esto esencial y universal lo llama Boecio forma, imagen mental (species intelligibiilis), naturaleza incorpórea (natura incorporea) y cree que en estos contenidos espirituales de la mente se encierran ideas que han tomado forma concreta en los objetos corpóreos singulares. El conocimiento sensible sólo tiene como función despertar el recuerdo de formas aprióricas.
De aquí se sigue que el universal dice más que una cosa particular concreta. No hay piedra, estatua ni hombre que realice toda la forma “piedra”, “estatua” y “hombre”. El ser es distinto de lo que es. Hay diferencia entre esencia y existencia. Así, en la naturaleza racional que llamamos “hombre” pueden existir muchos hombres particulares.
Aún en la cárcel Boecio sigue fiel a la convicción estoica de que la verdadera felicidad consiste en la virtud. A felicidad del malo es solo aparente, pero la felicidad del bueno no puede ser destruida por dolor alguno. En realidad todo está cortado a la medida de las necesidades de cada cual, sólo que el necio desea a veces lo dulce cuando el médico sabe que le iría mejor lo amargo. Siempre se puede sacar bienes de los mismos males. Ni el mal ni el destino pueden limitar la idea del bien. De la misión de ser buenos somos responsables, cada cual en su propia e independiente individualidad: Persona est rationalis naturae individua substantia. El filósofo, ante la muerte, tiene que decir a los hombres, de los que ha experimentado que pueden tornarse bestias, que el hombre es responsable y libre.
Se ha discutido mucho acerca de si Boecio era o no cristiano. Por su origen sí lo era y su propósito era conciliar saber y fe. Pero analizando su obra, toda entera posee sólo un carácter filosófico. Elementos cristianos en ella encontramos sólo su concepto de Dios, pero no menciona ni una sola vez el nombre de Cristo en toda la De consolatione, y es la filosofía personificada quien le consuela ante la muerte: No es Cristo el camino hacia Dios, sino el conocimiento. De Consolatione Philosophiae no es una obra cristiana. Pese a todo su obra tuvo un amplio reconocimiento: Alcuino habla de él como de un hombre formado en la teología y la filosofía. Para Abelardo Boecio fue el más grande de los filósofos latinos. Los libri quattuor sententiarum de Pedro Lombardo se apoyan constantemente en la obra de Boecio. La cima de la influencia de Boecio se halla en las escuelas de Chartres y la de Gilberto de Poitiers. También Tomás de Aquino comentó su obra.
Ha legado a la Edad Media una cantidad considerable de ideas y problemas. Se había impuesto la tarea de hacer familiares a su época las obras de Platón y Aristóteles, sin dejar de lado tampoco la stoa. Su mérito histórico consiste en haber transmitido a la escolástica una porción de conceptos y términos fundamentales de la lógica y metafísica aristotélicas: actus, potentia, species, principium, universale, accidens, contingens, subiectum, etc. Es el maestro obligado de lógica (dialéctica). Pero también transmitió un gran número de conceptos y teorías platónicas, como los conceptos de Dios, felicidad, participación y su peculiar interpretación del universal. De consolatione viene a ser una especie de reproducción del Timeo de Platón.
También encuentra su cauce en él una buena cantidad de material estoico como el concepto de naturaleza, de ley natural, de serie casual. Contribuirá a que la posteridad se acostumbre a ver en primera línea el campo propio de la realidad en el mundo externo corpóreo.
El Universal: Con Boecio aparece este tema de importancia capital en la Edad Media. El problema estriba en el propio término de universal: ¿Significa “hombre” una cosa real, o sólo es una ficción de nuestro espíritu a la que no corresponde nada en las cosas reales? Boecio responde con su teoría de la abstracción. Con hombre no significamos una cosa, pues esta sería necesariamente una cosa particular y no podría predicarse de muchos. Tampoco significamos un nada, pues de la nada no podemos pensar nada. El sentido nos ofrece lo incorpóreo mezclado con lo corpóreo, pero nuestro espíritu puede abstraer lo incorpóreo y contemplar la mera naturaleza de la cosa. Esta naturaleza (forma, esencia, idea) es lo que significamos con el concepto universal. A esto esencial y universal lo llama Boecio forma, imagen mental (species intelligibiilis), naturaleza incorpórea (natura incorporea) y cree que en estos contenidos espirituales de la mente se encierran ideas que han tomado forma concreta en los objetos corpóreos singulares. El conocimiento sensible sólo tiene como función despertar el recuerdo de formas aprióricas.
De aquí se sigue que el universal dice más que una cosa particular concreta. No hay piedra, estatua ni hombre que realice toda la forma “piedra”, “estatua” y “hombre”. El ser es distinto de lo que es. Hay diferencia entre esencia y existencia. Así, en la naturaleza racional que llamamos “hombre” pueden existir muchos hombres particulares.
Aún en la cárcel Boecio sigue fiel a la convicción estoica de que la verdadera felicidad consiste en la virtud. A felicidad del malo es solo aparente, pero la felicidad del bueno no puede ser destruida por dolor alguno. En realidad todo está cortado a la medida de las necesidades de cada cual, sólo que el necio desea a veces lo dulce cuando el médico sabe que le iría mejor lo amargo. Siempre se puede sacar bienes de los mismos males. Ni el mal ni el destino pueden limitar la idea del bien. De la misión de ser buenos somos responsables, cada cual en su propia e independiente individualidad: Persona est rationalis naturae individua substantia. El filósofo, ante la muerte, tiene que decir a los hombres, de los que ha experimentado que pueden tornarse bestias, que el hombre es responsable y libre.
Se ha discutido mucho acerca de si Boecio era o no cristiano. Por su origen sí lo era y su propósito era conciliar saber y fe. Pero analizando su obra, toda entera posee sólo un carácter filosófico. Elementos cristianos en ella encontramos sólo su concepto de Dios, pero no menciona ni una sola vez el nombre de Cristo en toda la De consolatione, y es la filosofía personificada quien le consuela ante la muerte: No es Cristo el camino hacia Dios, sino el conocimiento. De Consolatione Philosophiae no es una obra cristiana. Pese a todo su obra tuvo un amplio reconocimiento: Alcuino habla de él como de un hombre formado en la teología y la filosofía. Para Abelardo Boecio fue el más grande de los filósofos latinos. Los libri quattuor sententiarum de Pedro Lombardo se apoyan constantemente en la obra de Boecio. La cima de la influencia de Boecio se halla en las escuelas de Chartres y la de Gilberto de Poitiers. También Tomás de Aquino comentó su obra.
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