Domingo 23/08/2009
De Passau a Neuhaus an der Donau.
Después de una noche apacible en el hotel más espartano en el que hemos dormido nunca, el día amanece frío pero sin lluvia. Por fin podemos comenzar el viaje después de tantos deseos y miedos. Para nuestra desgracia el precio del desayuno, no incluido en la habitación, no es tan espartano, así que optamos por no hacer el primo y desempolvar el "modo tacañón". Aunque es domingo, seguro que en Passau ha de haber algún sitio donde desayunar por precios razonables. Barnabás está de acuerdo, pero su hambre es menor que su manía de ordenar una y mil veces la mochila, así que nos retrasa un buen rato re-re-arreglando varias veces las alforjas. Como puede verse en la foto...
Superado este pequeño "problema" de rapidez, vamos al centro de la ciudad, donde encontramos un bar muy acogedor, con nombre italiano y un "frühstück" a precio adecuado. Desayunamos tranquilamente con las bicis fuera del establecimiento, pero tranquilos, aquí el riesgo de robos es mínimo: Eli se olvidó el móvil encima de las alforjas, bien a la vista del que le apeteciera cogerlo, y en la media hora larga que desayunamos no pasó nada. Pero nada de nada.
Acabado el pequeño ágape, iniciamos por fin la ruta. Los primeros tramos son algo raros, atravesando el puente de la ciudad y bajando luego por unas escaleras (con la bici...), pero enseguida comienza un camino muy agradable al lado mismo del Danubio. Idílico y muy bien indicado, y además seguimos escrupulosamente lo que nos marca la guía que llevábamos. Nos habíamos planteado ir por el margen izquierdo, pero recomendamos mucho más el lado derecho, muy tranquilo, sin coches y plagado de ciclistas que tienen la misma idea que nosotros.
Muchos ciclistas viajan con nosotros. Los hay que llevan un ritmo tranquilo, como el nuestro, y los hay que van sin alforjas, con bicicletas de carreras y a velociades endiabladas. Realmente prefiero nuestro ritmo lento que nos permite disfrutar de un paisaje idílico. Esperábamos con impaciencia atravesar el puesto fronterizo, pero este era apenas perceptible en un cartel, semiescondido por la maleza. Ni siquiera paramos a hacernos la típica foto de frontera.
El día transcurre plácido. No hay lluvia, y al final comienza a hacer calor. La vía transcurre por medio de varios bosques, aunque hay que atravesar el río en alguna ocasión para ir al margen opuesto. Por cierto, la guía recomienda atravesar con las varias barcas que hay a lo largo del Danubio, pero si uno se quiere ahorrrar unos eurillos puede atravesar por la presa sin más incidencias.
Finalmente llegamos a la meta inicial de este tramo: El meandro de Schlögen. Como vamos ahora por el margen izquierdo hemos de recurrir a la barca para cruzar. El barquero nos informa del camino a seguir en el otro lado para admirar este meandro magnífico. Para los que puedan leer esto y no sepan qué es (cosa harto dudosa...), baste decir que es una curva del Danubio en 180º muy espectacular. Ya incluso a pie de río es tremendo, pero para admirarlo en su plenitud conviene ascender a una colina cercana (unos 30 minutos a ritmo tirando a lento) SIN bicis (a ver quien se atreve con esas pendientes...). El paseo es agradable por medio de un bosque precioso lleno de helechos y setas. Yo me abstuve de ello, por cansancio, pero Eli y Barnabas se deleitaron en el ascenso y en el paisaje sobrecogedor que se divisa desde la cima. Hay que decir que es la foto típica que todo el mundo quiere hacer, y el mirador es estrecho, así que hay al llegar una cola para ponerte en el sitio adecuado a hacer la foto. Lo normal es que la cola vaya rápido, pero nosotros tuvimos delante una familia de holandeses de 6 miembros que decidieron hacer la manida foto pero con todas las permutaciones posibles de 6 elementos tomados individualmente, de 2 en 2, de 3 en 3, de 4 en 4... Hasta que el clamor popular les convenció que o paraban de hacer prácticas de estadística o el descenso lo hacían rodando colina abajo. Previo fenómeno de linchamiento, claro... Por fin, tras largarse los aficionados a la estadística, pudimos hacer nuestra foto:
El resto del día no tiene más gracia. Pedaleamos hasta que Eli se desfondó completamente y decidimos hacer noche en el camping de Neuhaus. No estaba mal: Ca. 60 Km en la primera etapa. Recuperando el día de lluvia.
La cena era el elemento más deseado después de la foto del meandro, así que decidimos darnos un caprichito en el restaurante del camping. La pega es que esa gente hablaban con un nivel de inglés sólo comparable al de mi arameo antiguo. Es decir, nulo. Entendernos con la carta fue una proeza. Comprender a la camarera, y que esta nos comprendiese a nosotros, una epopeya. Para encima darnos cuenta luego que no nos habíamos entendido en absoluto, pues cenamos magníficamente pero sin saber del todo qué carajo habíamos pedido hasta que nos lo servía. Por suerte estaba francamente bueno. El hambre, supongo.
De Passau a Neuhaus an der Donau.
Después de una noche apacible en el hotel más espartano en el que hemos dormido nunca, el día amanece frío pero sin lluvia. Por fin podemos comenzar el viaje después de tantos deseos y miedos. Para nuestra desgracia el precio del desayuno, no incluido en la habitación, no es tan espartano, así que optamos por no hacer el primo y desempolvar el "modo tacañón". Aunque es domingo, seguro que en Passau ha de haber algún sitio donde desayunar por precios razonables. Barnabás está de acuerdo, pero su hambre es menor que su manía de ordenar una y mil veces la mochila, así que nos retrasa un buen rato re-re-arreglando varias veces las alforjas. Como puede verse en la foto...
Superado este pequeño "problema" de rapidez, vamos al centro de la ciudad, donde encontramos un bar muy acogedor, con nombre italiano y un "frühstück" a precio adecuado. Desayunamos tranquilamente con las bicis fuera del establecimiento, pero tranquilos, aquí el riesgo de robos es mínimo: Eli se olvidó el móvil encima de las alforjas, bien a la vista del que le apeteciera cogerlo, y en la media hora larga que desayunamos no pasó nada. Pero nada de nada.
Acabado el pequeño ágape, iniciamos por fin la ruta. Los primeros tramos son algo raros, atravesando el puente de la ciudad y bajando luego por unas escaleras (con la bici...), pero enseguida comienza un camino muy agradable al lado mismo del Danubio. Idílico y muy bien indicado, y además seguimos escrupulosamente lo que nos marca la guía que llevábamos. Nos habíamos planteado ir por el margen izquierdo, pero recomendamos mucho más el lado derecho, muy tranquilo, sin coches y plagado de ciclistas que tienen la misma idea que nosotros.
Muchos ciclistas viajan con nosotros. Los hay que llevan un ritmo tranquilo, como el nuestro, y los hay que van sin alforjas, con bicicletas de carreras y a velociades endiabladas. Realmente prefiero nuestro ritmo lento que nos permite disfrutar de un paisaje idílico. Esperábamos con impaciencia atravesar el puesto fronterizo, pero este era apenas perceptible en un cartel, semiescondido por la maleza. Ni siquiera paramos a hacernos la típica foto de frontera.
El día transcurre plácido. No hay lluvia, y al final comienza a hacer calor. La vía transcurre por medio de varios bosques, aunque hay que atravesar el río en alguna ocasión para ir al margen opuesto. Por cierto, la guía recomienda atravesar con las varias barcas que hay a lo largo del Danubio, pero si uno se quiere ahorrrar unos eurillos puede atravesar por la presa sin más incidencias.
Finalmente llegamos a la meta inicial de este tramo: El meandro de Schlögen. Como vamos ahora por el margen izquierdo hemos de recurrir a la barca para cruzar. El barquero nos informa del camino a seguir en el otro lado para admirar este meandro magnífico. Para los que puedan leer esto y no sepan qué es (cosa harto dudosa...), baste decir que es una curva del Danubio en 180º muy espectacular. Ya incluso a pie de río es tremendo, pero para admirarlo en su plenitud conviene ascender a una colina cercana (unos 30 minutos a ritmo tirando a lento) SIN bicis (a ver quien se atreve con esas pendientes...). El paseo es agradable por medio de un bosque precioso lleno de helechos y setas. Yo me abstuve de ello, por cansancio, pero Eli y Barnabas se deleitaron en el ascenso y en el paisaje sobrecogedor que se divisa desde la cima. Hay que decir que es la foto típica que todo el mundo quiere hacer, y el mirador es estrecho, así que hay al llegar una cola para ponerte en el sitio adecuado a hacer la foto. Lo normal es que la cola vaya rápido, pero nosotros tuvimos delante una familia de holandeses de 6 miembros que decidieron hacer la manida foto pero con todas las permutaciones posibles de 6 elementos tomados individualmente, de 2 en 2, de 3 en 3, de 4 en 4... Hasta que el clamor popular les convenció que o paraban de hacer prácticas de estadística o el descenso lo hacían rodando colina abajo. Previo fenómeno de linchamiento, claro... Por fin, tras largarse los aficionados a la estadística, pudimos hacer nuestra foto:
El resto del día no tiene más gracia. Pedaleamos hasta que Eli se desfondó completamente y decidimos hacer noche en el camping de Neuhaus. No estaba mal: Ca. 60 Km en la primera etapa. Recuperando el día de lluvia.
La cena era el elemento más deseado después de la foto del meandro, así que decidimos darnos un caprichito en el restaurante del camping. La pega es que esa gente hablaban con un nivel de inglés sólo comparable al de mi arameo antiguo. Es decir, nulo. Entendernos con la carta fue una proeza. Comprender a la camarera, y que esta nos comprendiese a nosotros, una epopeya. Para encima darnos cuenta luego que no nos habíamos entendido en absoluto, pues cenamos magníficamente pero sin saber del todo qué carajo habíamos pedido hasta que nos lo servía. Por suerte estaba francamente bueno. El hambre, supongo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario