martes, 6 de septiembre de 2011

La Ilíada y la Odisea

El comienzo de la Ilíada. Una obra maestra en cuanto a crear ambiente y explicar a la par qué es lo que se va a cantar:

Canta, oh musa, la cólera del Pelida Aquiles, cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizo presa de perros y pasto de aves —se cumplía la voluntad de Zeus—desde que se separaron disputando el Atrida, rey de hombres, y el divino Aquiles.





La Odisea repite idénticas formas, con un especial sabor más próximo, más humano:

Háblame, Musa, de aquel varón de multiforme ingenio que, después de destruir la sagrada ciudad de Troya, anduvo peregrinando larguísimo tiempo, vio las poblaciones y conoció las costumbres de muchos hombres y padeció en su ánimo gran número de trabajos en su navegación por el Ponto, en cuanto procuraba salvar su vida y la vuelta de sus compañeros a la patria. Mas ni aun así pudo librarlos, como deseaba, y todos perecieron por sus propias locuras. ¡Insensatos! Comiéronse las vacas de Helios, hijo de Hiperión; el cual no permitió que les llegara el día del regreso. ¡Oh diosa, hija de Zeus!, cuéntanos aunque no sea más que una parte de tales cosas.

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