Pero muy breve, oigan. Casi una mera recopilación de nombrs con nexos limitados, pero puede ser útil para hacerse una idea muy elemental.
Hasta el XVIII no podría hablarse de arqueología, sino sólo de arqueólogos. Personajes que de forma privada y desprovistos de toda intención científica realizaron actividades que remedarían las de un arqueologo en unas ocasiones, las de un anticuario/coleccionista en otras. Para hacernos una idea, hablaríamos de Plinio, Frontino, Vitrubio, Filostrato, Luciano y Pausanias. Más adelante, de Ciriaco de Ancona, que se ocupó en sus viajes con un cierto espíritu científico, y no lo hizo mal del todo. Llegaría a viajar por Italia, Dalmacia, Grecia, Asia Menor y Egipto desde 1424.
Hasta el XVIII no podría hablarse de arqueología, sino sólo de arqueólogos. Personajes que de forma privada y desprovistos de toda intención científica realizaron actividades que remedarían las de un arqueologo en unas ocasiones, las de un anticuario/coleccionista en otras. Para hacernos una idea, hablaríamos de Plinio, Frontino, Vitrubio, Filostrato, Luciano y Pausanias. Más adelante, de Ciriaco de Ancona, que se ocupó en sus viajes con un cierto espíritu científico, y no lo hizo mal del todo. Llegaría a viajar por Italia, Dalmacia, Grecia, Asia Menor y Egipto desde 1424.
El Renacimiento pondría de moda el mundo antiguo y pasamos a un estilo más coleccionista, si bien se ha de remarcar que el criterio usado para hacer colecciones era más artístico/estético que científico. Lo que surgió de esto era más bien limitado, y si se me permite, hasta nocivo, pero marcó la tendencia de los siglos XVII y XVIII con los estudios de antigüedades, de una clara tendencia erudita y aislados:
- En Francia: Montfaucon, Caylus, Peiresc y Spon.
- En Italia: Franciscus Junius, y una verdadera legión de otros paisanos suyos.
- John Potters merece una consideración especial en su obra Archaeologia graeca, en 12 volúmenes, una verdadera muestra de los defectos y virtudes de estos tiempos.
- En Holanda surge Joaquim Sandrarts.
Los límites del coleccionismo se amplían gracias a Johann F. Chist y Johann J. Winckelmann, que dan un impulso a la determinación cronológica de los monumentos, su interpretación y hasta de su descripción. Las expediciones científicas a los monumentos del pasado comienzan a proliferar. Un ejemplo sería la expedición tanto militar como científica de Napoleón a Egipto, ya en el XIX.
Pero la arqueología, sensu stricto, no había aún hecho su aparición. En 1870, la excavación del templo de Artemisa de Éfeso fuen un simple pillaje, y lo mismo los trabajos de Newton en el Mausoleo de Halicarnaso.Estas expediciones buscaban sólo llenar las vitrinas de los museos con objetos bonitos. El planteamiento de Indiana Jones no va demasiado lejos de esto, tal y como se lo pinta en sus películas...
Por suerte, aparece Pompeya en escena. De repente se descubre la vida intacta, conservada en lava sólida, de una ciudad del pasado y comprendieron el error del saqueo que se hacía hasta entonces. A partir de aquí, la arqueología deviene en una ciencia que promueve excavaciones con técnicas específicas que no dañen lo que se pretende descubrir.
La historiografía alemana del XIX tiene un mérito enorme en el desarrollo de la arqueología, pero los alemanes plantearon los problemas de un modo unilateral, basados en un principio de selección social. Como reacción a esto, los científicos rusos rechazaron estas presunciones con una interpretación materialista de la historia, como debía ser casi por obligación en un país de la esfera más comunista imaginable y el pensamiento único desarrollado allí. Por suerte, la arqueología depende de objetos físicos concretos, y no es posible un desacuerdo absoluto sobre ellos.
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