jueves, 12 de mayo de 2011

El Danubio


Fragmento del discurso de Claudio Magris al ser proclamado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Barcelona:

En general, mis libros nacen casi siempre de la combinación d
e un profundo interés por un tema - por un motivo, por un personaje, por una historia - y una ocasión próxima, una casualidad que actúa como una comadrona y que trae a la superficie los objetos y los personajes de aquel profundo interés. Así nació, por ejemplo, El Danubio, sin predeterminación. Al principio, igual que en el caso del Il mito asburgico, no sabía exactamente qué quería hacer. En 1982, con Marisa, mi mujer, y unos amigos hicimos un viaje a Eslovaquia. Recuerdo qeu estábamos entre Viena y Bratislava, cerca de la frontera del Este con lo que entonces era todavía la "otra" Europa (creo qeu muchas de las cosas que he escrito han nacido también del deseo de suprimir este adjetivo, "otra", de hacer entender que aquello también es Europa). Veíamos fluir el Danubio, lo veíamos brillar, un esplendor que no se podía distinguir del de la hierba de los prados; No se veía bien dónde empezaba y dónde se acababa el río, qué era río y qué no lo era. Estábamos en un momento feliz de armonía, de amistad, en uno de esos raros momentos de consonancia con el fluir de la existencia. De repente vimos un letrero: "Museo del Danubio". Esta palabra, museo, era muy extraña, en el encanto de la naturaleza de aquel momento, y Marisa - que casi siemrep tenía intuiciones apropiadas, antes que yo, y con frecuencia tenía la primera idea, la original, de la que nacieron muchos de mis libros - dijo: "¿Qué pasaría si siguiéramos adelante vagando hasta la desembocadura del Danubio?". Ése fue el inicio de cuatro años dedicados completamente a viajar, escribir, reescribir, vagar, donde realmente el Danubio vuelve a ser el símbolo de la frontera, porque el Danubio es un rio que pasa a través de muchas fronteras, por lo tanto es un símbolo de la necesidad y la dificultad de atravesar fronteras, no sólo nacionales, políticas, sociales, sino también psicológicas, culturales, religiosas. El viaje por el Danubio también es un viaje a los propios infiernos y a la Babel del mundo actual, que ciertamente tiene en la Mitteleuropa un símbolo especial, pero es una Babel del mundo entero.

Hasta que no había escrito al menos la mitad no me dí cuenta de qué libro estaba escribiendo; Al principio no sabía si iba a escribir un reportaje o una nov
ela sumergida, como acabó siendo, si el protagonista que dice yo sería idéntico a mí o, como ocurrió, un personaje al que le presto muchas cosas mías pero que es autónomo - de hecho, él acaba muriendo y yo todavía estoy aquí.


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