miércoles, 12 de septiembre de 2012

Rhein Radweg. Etapa 1


25/08/2012

 Tras el día tan ajetreado que tuvimos, caímos redondos en la litera. Y no despertamos del tan merecido reposo hasta 9 horas después, relajados y descansados. Pero las desgracias del viaje parecían perseguirnos aún, ya que pronto nos damos cuenta de que el tren está parado en medio de la nada. El paisaje que se vislumbraba era realmente bonito, con un pueblo chiquitín en lontananza y unos campos sembrados de flores muy agradables a la vista. Pero dejando de banda esta idilidad, pensamos que algo iba mal, pues no es normal estar más de media hora en medio de nada sin movernos. Eli, que en eso de los idiomas es un hacha, se entera que el tren no puede seguir porque hay una puerta que se ha estropeado y no cierra bién, y las normas de seguridad impiden que el tren se ponga en marcha (dando por bién sabido que si se continua el viaje es seguro que algún idiota abrirá la puerta y se caerá y claro, los ferroviarios no quieren asumir ese cargo en sus conciencias…). Esperamos, pues. Qué le vamos a hacer. Al final, tras muchas discusiones entre los revisores y la central, que casi podíamos escuchar por las voces que daban, optan por una solución muy hispánica: Tren hasta la estación precedente, por suerte no muy lejos, y allí cambiamos de tren a otro que están montando ya de forma apresurada.

En fin, como en esto de retroceder y cambiar de tren ya comenzábamos a tener algo de experiencia, y por suerte en esta ocasión sin ninguna prisa, pues nos lo tomamos a guasa. Algo con los chacras, el karma, haber pisado algún excremento animal sin darnos cuenta (algo en lo que Eli es experta, literalmente)… ese tipo de cosas absurdo y de creencia tan extendida. Nos dimos cuenta que la solución era tan hispánica como los modales exhibidos por la plebe, pues al tener que bajar bicis y mochilas del tren (algo estrecho) hace que tooooodo el mundo pueda llegar al nuevo tren mucho antes de que nosotros consigamos estar a punto. Tal vez con menos empujones, pero con el idéntico resultado que en Figueras: Cuando llegamos al nuevo tren, podemos poner las bicis sin demasiados problemas pero ya no hay asientos para nosotros. Bueno, seamos honestos, había 1 asiento. Que cedimos gentilmente a una chica que también viajaba en bicicleta y con su hijo pequeño. Su marido además nos había ayudado a bajar las bicis. Pues nada, a echarle huevos y nos quedamos de pie. Total, en un tren parece que está permitido. La parte buena es que SNCF en estas ocasiones te invita a un desayuno, escueto pero útil. 
Tras el nuevo desastre ferroviario logramos por fin llegar a Mulhouse. Con 3 horas y media de retraso, pero poco nos importaría de no ser porque claro, llegar a mediodía implica unas temperaturas para empezar a pedalear nada recomendables. Los días anteriores había llovido de lo lindo en la zona y quizá aún era soportable, pero vaya, ampliamente mejorable. Por fortuna, ni Eli ni yo somos de planes preconcebidos inmodificables, por lo que hacemos de la necesidad virtud y buscamos orientarnos. Para llegar desde el centro de Mulhouse hasta el recorrido previsto debemos dejarnos guiar por Google, que ya el día anterior habíamos imprimido en unos folios muy cutres pero muy útiles a la hora de aclararnos, y sin demasiados problemas alcanzamos el punto en el que nuestro mapa nos permite continuar viaje. Por fin!! Muchos problemas y retrasos, pero al fin lo logramos. Estos primeros km de ruta son prácticamente ideales, con caminos semiasfaltados que transcurren entre bosques casi vírgenes. Se pedalea a la sombra de altos árboles de muchas variedades y fauna que se cruza de cuando en cuando por el camino. Hay que estar atento de todas formas, pues en estos caminos tan ideales para ir en bici hay muchas rutas indicadas y es fácil seguir las señales de una ruta diferente para darte cuenta, 10 km después, que te has perdido. Y eso porque llegas de golpe a un pueblo que no está en tu mapa y te vuelves majareta. La “gran” capacidad de Eli para interpretar mapas correctamente hace esto también complicado, pero al hablar la variante local del latín en esa zona nos permite interrogar a los viandantes (hay muchos) y volvernos a orientar. Al final del día, 5 km de aquí, 10 de allá, resulta algo pesado en las piernas, pero es lo que hay. Las veces que pensamos en la utilidad del GPS de Barnabás.

Tras muchas vueltas y por suerte pocos problemas conseguimos alcanzar el final previsto de nuestro trayecto. Varias horas de retraso entre las horas perdidas y los problemas ferroviarios pero ya dije antes que con vacaciones y tiempo por delante, los planes los cambiamos sobre la marcha si procede. Aquí tal vez hicimos una excepción… Ambos queríamos llegar al pueblo alsaciano de Neuf Brisach, que se nos antojaba interesante. Y resultó serlo más de lo que habíamos previsto. Neuf Brisach es un pueblo que se encuentra en lo que antes había sido una fortaleza erigida en tiempos de Luis XIV, durante las guerras que le llevaron a quedarse con esta zona. En su momento tenían una concepción diferente de lo que es un castillo adaptado a las necesidades de la guerra de su tiempo, con artillería de la buena capaz de batir muros y poternas sin problemas. Su recurso fue la creación de castillos-fortaleza en forma de estrella de varias puntas, donde no había ángulos muertos susceptibles de ser asaltados, con buenas construcciones adyacentes que reforzasen los puntos débiles y fosos amplios con muros y barreras que distribuyeran un posible ataque hacia donde los agresores pudiesen ser libremente masacrados. El interior se distribuía usualmente al estilo militar, con 2 avenidas amplias que se cruzan por el centro el perpendicular, y varias calles menores paralelas a ambas avenidas, formando un trazado regular en cuadrados, muy práctico. Este pueblo está justo dentro de la fortaleza, y conserva muy bien los fosos y murallas, creando una especie de parque publico para sus habitantes o visitantes, con los ciudadanos viviendo dentro de las antiguas murallas. Evidentemente lo han adaptado bien para hacer de este un lugar pintoresco pero cómodo, con varias entradas para coches y peatones, y un interior regular decorado con tiestos de flores. La plaza central es amplia, con varias tiendas y otros comercios, que usan tanto para aparcamiento como para algún espectáculo ocasional.

Visitamos todo ampliamente y tras cenar un kebab (alternativa barata siempre útil) nos fuimos a dormir. Tuvimos suerte. El Hotel Aux Deux Roses tenía habitaciones libres y baratas. El primer dia no fue malo del todo. Fuimos siempre por el lado francés, y aunque no vimos el Rhin en todo el dia, el paisaje era de gran belleza.




1 comentario:

Barnabás dijo...

Neuf-Brisach es impresionante a vista de pájaro (desde el GoogleEarth) pero desde abajo mucho no se podrá divisar...

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