23/08/2010
Para sere un hotel encontrado de chiripa la verdad es que nos salió bastante bueno. Dormimos en camas amplias, estaba realmente limpio y el trato fue correcto. A decir verdad, éramos los únicos clientes del hotel, y eso facilita las cosas. Desayunamos como siempre, estupendamente, y vemos con cierto escepticismo el estado del cielo, que amenaza lluvia. Si todo sale como estaba previsto, debíamos llegar a Ulm y visitarla, pero pese a que en los primeros kms todo va a pedir de boca, pronto caen las primeras gotas. Y empieza a hacer frío. Vamos equipados de forma aceptable para la lluvia, con capelinas e impermeables, y nuestras mochilas son de calidad, así que el tema de mojarnos no es un problema... salvo porque pedalear así hace que nos empapemos en sudor, que cuesta transpirar a través de tanto plástico. Además, en esas tierras cuando llueve, llueve fuerte y pronto el chaparrón que cae es de antología.
Nos refugiamos bajo un tejado en una especie de granja y esperamos a que apacigüe. La que cae es tan tremenda que rayos y truenos se convierten en parte del paisaje, que no puede verse apenas tras la cortina de agua. Otro desafortunado ciclista se refugia en el mismo lugar que nosotros. Es un jubilado alemán que pasa sus ratos deocio dándole alpedal, y vemos que se halla en un estado deforma envidiable. Además de que va equipado de forma impecable, pues poco a poco va sacando útiles para la lluvia y la bicicleta que hacen las sanas envidias de Barnabas. El hombre es agradable y nos da conversación miestras esperamos que pase la tormenta, locual sucede alcabo de una media horita. No es que no llueva,sino que la que cae es tolerable, y seguimos camino.
Al final llegamos a Ulm. Yo me encuentro helado, porque estoy empapado en sudor, pero nos ponemos a visitar la ciudad. Es bastante bonita pese al cielo gris plomizo que la envuelve, con casas de poca altura, flores por todas partes y bastante animada por lo que pudimos ver. La visita de la catedral nos llevó la mayor parte del tiempo, una catedral con la torre que en un tiempo fue la más alta del mundo. Pero en un par de rápidas vueltas vimos que el barrio de los pescadores, al lado de la muralla y del río era muy similar a la Petite France de Strasbourg. Y por tanto, precioso. La Rathaus (ayuntamento) es también bonita, y con una placa conmemorativa a laestancia de Kepler. El frío y mi reciente fiebre me estaban dejando hecho polvo, así que paramos acomeren una tasca algo calentito para reponer fuerzas. Dejamos las bicicletas aparcadas fuera, pero elriesgo de problemas en estas tierras es mínimo, por no decir inexistente.
A media tarde nos ponemos nuevamente en ruta. Esta discurre al lado del río, lo cual para mí es motivo de alegría, ya que en este viaje el río suele ir alejado de la carretera o del camino. Los paisajes siguen siendo increíbles, pero no se pueden comparar a la belleza del río con el paisaje a lado y lado. Antes de abandonar Ulm pasamos por el punto donde un sastre local afirmó hace unos siglos que con un invento suyo conseguiría volar hasta el otro lado del río. Así a ojo, calculé unos 40-50 metros de vuelo sin motor. Puede verse aún el punto de la muralla desde donde saltó. Y yo calculé donde más o menos se pegó el tortazo padre, ya que su invento no era demasiado útil para volar. Si almenos hubiere planeado unos 5 metros se hubiese ahorrado parte del tortazo cayendo al agua, pues la muralla está realmente cerca del río, pero no tuvo tanta suerte.
Pronto abandonamos nuevamente el río y nos adentramos en un bosque por caminos de tierra absolutamente encantador. Helechos por todas partes y árboles hasta donde se pierde la vista. Un bello paisaje que un día de sol intenso hubiera convertido en fantástico,pero un día lluvioso resultaba algo incómodo. Barnabas decidió además fliparse un poco y se adelantó unos metros. No volvimos a verle hasta pasados 30km, casi 2 horas después. Resultó que el hombre, que nunca fue muy hábil siguiendo indicaciones, se "olvidó" de girar hacia la derecha donde estaba la señal que lo indicaba y continuó con su flipada. Cuando decidió que ya se había flipado lo suficiente, pues se sentó a un lado del camino a esperarnos. Espera vana, claro, ya que nosotros íbamos por "el camino" según estaba señalado. Unos 20 minutos más tarde comenzó el pobre a tener alguna sospecha de lo que estaba pasando, y cuando dió marcha atrás hasta la señal que debió ver en un principio y que justo ahora se percató de su existencia ya le llevábamos una buena distancia de ventaja. A nosotros, por nuestra parte, ya nos extrañaba que no apareciese por ninguna parte, pero no dudando de la capacidad de sus piernas convinimos en esperarle en Gunzburg o que ya nos atraparía. Bueno, eso o que continuase con su flipada hasta ver un cartel que rezase "A Moscú, 14 km" y entonces se diese cuenta de su error y escarmentase de tanta flipada.
Tras un buen porrón de Km llegamos por fin a lasafueras de Gunzburg. Y ni rastro del flipao de momento. Pensando en coger un hotel y ya bien alojados llamarlealmovil, resulta que Eli y yo cogemos una carretera equivocada y al regresar al punto de partida le encontramos en un cruce, saliendo del bosque. Bueno, un par de collejas y a Gunzburg, que ya era tarde (vaya, las 17:00 horas, que es cuando en Hispania comenzamos a salir de casa en agosto, pero en estas tierras es casi hora de irse a la cama...) y teníamos que buscar el Youth Hostel. tras varias vuelta, que el Hostel este está allá donde Napoleón perdió la boina, llegamos justo antesde que cerrasen la recepción. Por un pelo. Yo estaba absolutamente derrotado,con fiebre y helado hasta los tuétanos, así que tras una ducha de agua hirviendo me tiré a la cama y allí me quedé mientras Eli cosía a collejas a Barnabas y salían al pueblo a buscar algo que comer. Tuvieron la deferencia de traerme un kebab y una limonada que tuvieron la virtud de medio resucitarme. Poco más puedo decir de este pueblo porque no lo ví más que de pasada. Parecía lleno de pizzerías y kebabs, pero dejaré que los que lo vieron de verdad den su opinión sobre él.
Nos refugiamos bajo un tejado en una especie de granja y esperamos a que apacigüe. La que cae es tan tremenda que rayos y truenos se convierten en parte del paisaje, que no puede verse apenas tras la cortina de agua. Otro desafortunado ciclista se refugia en el mismo lugar que nosotros. Es un jubilado alemán que pasa sus ratos deocio dándole alpedal, y vemos que se halla en un estado deforma envidiable. Además de que va equipado de forma impecable, pues poco a poco va sacando útiles para la lluvia y la bicicleta que hacen las sanas envidias de Barnabas. El hombre es agradable y nos da conversación miestras esperamos que pase la tormenta, locual sucede alcabo de una media horita. No es que no llueva,sino que la que cae es tolerable, y seguimos camino.
Al final llegamos a Ulm. Yo me encuentro helado, porque estoy empapado en sudor, pero nos ponemos a visitar la ciudad. Es bastante bonita pese al cielo gris plomizo que la envuelve, con casas de poca altura, flores por todas partes y bastante animada por lo que pudimos ver. La visita de la catedral nos llevó la mayor parte del tiempo, una catedral con la torre que en un tiempo fue la más alta del mundo. Pero en un par de rápidas vueltas vimos que el barrio de los pescadores, al lado de la muralla y del río era muy similar a la Petite France de Strasbourg. Y por tanto, precioso. La Rathaus (ayuntamento) es también bonita, y con una placa conmemorativa a laestancia de Kepler. El frío y mi reciente fiebre me estaban dejando hecho polvo, así que paramos acomeren una tasca algo calentito para reponer fuerzas. Dejamos las bicicletas aparcadas fuera, pero elriesgo de problemas en estas tierras es mínimo, por no decir inexistente.
A media tarde nos ponemos nuevamente en ruta. Esta discurre al lado del río, lo cual para mí es motivo de alegría, ya que en este viaje el río suele ir alejado de la carretera o del camino. Los paisajes siguen siendo increíbles, pero no se pueden comparar a la belleza del río con el paisaje a lado y lado. Antes de abandonar Ulm pasamos por el punto donde un sastre local afirmó hace unos siglos que con un invento suyo conseguiría volar hasta el otro lado del río. Así a ojo, calculé unos 40-50 metros de vuelo sin motor. Puede verse aún el punto de la muralla desde donde saltó. Y yo calculé donde más o menos se pegó el tortazo padre, ya que su invento no era demasiado útil para volar. Si almenos hubiere planeado unos 5 metros se hubiese ahorrado parte del tortazo cayendo al agua, pues la muralla está realmente cerca del río, pero no tuvo tanta suerte.
Pronto abandonamos nuevamente el río y nos adentramos en un bosque por caminos de tierra absolutamente encantador. Helechos por todas partes y árboles hasta donde se pierde la vista. Un bello paisaje que un día de sol intenso hubiera convertido en fantástico,pero un día lluvioso resultaba algo incómodo. Barnabas decidió además fliparse un poco y se adelantó unos metros. No volvimos a verle hasta pasados 30km, casi 2 horas después. Resultó que el hombre, que nunca fue muy hábil siguiendo indicaciones, se "olvidó" de girar hacia la derecha donde estaba la señal que lo indicaba y continuó con su flipada. Cuando decidió que ya se había flipado lo suficiente, pues se sentó a un lado del camino a esperarnos. Espera vana, claro, ya que nosotros íbamos por "el camino" según estaba señalado. Unos 20 minutos más tarde comenzó el pobre a tener alguna sospecha de lo que estaba pasando, y cuando dió marcha atrás hasta la señal que debió ver en un principio y que justo ahora se percató de su existencia ya le llevábamos una buena distancia de ventaja. A nosotros, por nuestra parte, ya nos extrañaba que no apareciese por ninguna parte, pero no dudando de la capacidad de sus piernas convinimos en esperarle en Gunzburg o que ya nos atraparía. Bueno, eso o que continuase con su flipada hasta ver un cartel que rezase "A Moscú, 14 km" y entonces se diese cuenta de su error y escarmentase de tanta flipada.
Tras un buen porrón de Km llegamos por fin a lasafueras de Gunzburg. Y ni rastro del flipao de momento. Pensando en coger un hotel y ya bien alojados llamarlealmovil, resulta que Eli y yo cogemos una carretera equivocada y al regresar al punto de partida le encontramos en un cruce, saliendo del bosque. Bueno, un par de collejas y a Gunzburg, que ya era tarde (vaya, las 17:00 horas, que es cuando en Hispania comenzamos a salir de casa en agosto, pero en estas tierras es casi hora de irse a la cama...) y teníamos que buscar el Youth Hostel. tras varias vuelta, que el Hostel este está allá donde Napoleón perdió la boina, llegamos justo antesde que cerrasen la recepción. Por un pelo. Yo estaba absolutamente derrotado,con fiebre y helado hasta los tuétanos, así que tras una ducha de agua hirviendo me tiré a la cama y allí me quedé mientras Eli cosía a collejas a Barnabas y salían al pueblo a buscar algo que comer. Tuvieron la deferencia de traerme un kebab y una limonada que tuvieron la virtud de medio resucitarme. Poco más puedo decir de este pueblo porque no lo ví más que de pasada. Parecía lleno de pizzerías y kebabs, pero dejaré que los que lo vieron de verdad den su opinión sobre él.
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