30/08/2010
La etapa final carece de interés ciclista. Consistió únicamente en desplazarnos con nuestras bicis desde Munich hasta Zurich, para lo cual debimos darnos un madrugón del carajo y subir al tren somnolientos y algunos de mal humor... Ejem... Mala leche cogen algunos con la falta de sueño... Lo curioso de estos alemanes es que en viajes de largo recorrido las bicicletas tienen un puesto reservado, pero nosotros no. Así que las bicis iban en su sitio pero maravillosamente bien mientras que nosotros hicimos el primo al sentarnos en unos asientos que otras personas SI tenían reservado, con lo que tuvimos que cambiar de asiento con cierta estupefacción y cara de merluzos.
Luego, ya en Zurich, tiempo lloviznoso y nada especial que ver. Seguro que es una ciudad bonita, como se ve en la foto, y tal, pero tras un recorrido de 10 días por uno de los paisajes más hermosos de la zona, la ciudad, pues qué se le va a hacer, se veía descolorida y falta de toda gracia. La gente allí además es más seca que un ladrillo, los precios desorbitados y para colmo de males, en una moneda diferente. Que manda narices que con el euro te recorras un porrón de países sin problemas, te la acepten incluso en zonas no adscritas al espacio común ni la moneda única, pero que en esta tierra de banqueros te la rechacen... Es lo que hay. Decidimos no hacer el primo con el cambio y comprar cuatro cosas en un supermercado. La gracia de los supers de alli es que tienen comida cocinada y calentita que puedes pagar con tarjeta de crédito sin problemas.
A partir de aquí, una espera continuada en la estación. Por cierto, en la estación los lavabos son de pago, pero de pago que te cagas, que al cambio salía que por meada te clavan unos 3 euros, y por algo más, ya se entiende, pues aumentando precios. Ahí yo me sentiría estafado, pues pagaría lo mismo que Barnabas pero la cagada suya debería contar doble... Mi tacañismo me impide semejante gasto, así que recurrimos al viejo truco hispano de ir a mear a un McDonald's, escamoteando la clave de la puerta de entrada al lavabo, claro, que si no pues tampoco.
Un apunte curioso acerca de las leyes del país y la cabezonería de los nativos del lugar: Nos compramos comida en el super y nos fuimos a la estación a comerla. Más que nada porque fuera llovía y allí se estaba calentito. Y como buenos hispanos pueblerinos nos sentamos en el suelo a darle a la mandíbula. Bueno, pues dos recios seguratas de la estación vienen hasta donde estamos sentados a llamarnos la atención. Pero no por comer, sino por estar sentados en el suelo. Si lo mismo que estábamos haciendo lo hacemos sentados en un banco, ningún problema. Así que nada, si se ponen ustedes así, pues miren con atención cómo me desplazo 5 metros en esta dirección, aposento mi culo en el banco y sigo con lo que estaba haciendo... Hale, contentos? Sí? pues venga, a vigilar a otra parte. Vaya parida más gorda.
Y la parte graciosa del día: Cuando faltaba algo más de una horita para que el tren saliese, tocaba preparar la bicis. En la página web de RENFE son claritos: Sólo se admiten bicis en compartimentos que ocupemos por completo (por tanto, a pagar a tocateja uno individual y uno doble), con las bicis desmontadas (quitar pedales, rueda delantera y girar manillar) y envueltas en una funda diseñada al efecto.
Con las dos primeras exigencias, sin problemas. Más o menos. Ya llevábamos unas buenas bridas para poder desmontar la bici y atarlo todo bien. El problema viene a partir de aquí, pues una funda diseñada al efecto aparte de carísima (rondan los 100 euros...) es imposible de llevar en un viaje como el nuestro. cualquiera la mete en la alforja. Así que había un problema, porque presentarse sin funda equivalía a dejar que el picas de RENFE de turno decidiera arbitrariamente si tomábamos el tren con bicis, o sin ellas, y ni de coña nos volvemos sin las bicis. Navegando por aquí y por allá, encontramos un curioso método que unos chavales usaron para llevar sus bicis. En su caso, en avión, pero bien adaptado podría lograr el mismo objetivo:
http://eldanubioenbicicleta.es/2009/07/01/como-empaquetar-las-bicicletas-para-ir-en-avion/comment-page-1/#comment-20118
Y procedimos a adaptarlo a nuestra necesidad.
Llevar durante todo el viaje unos tubitos de papel de envolver transparente no es ningún problema. Con esto solo debía ser suficiente, pues en RENFE información me dijeron que sólo con que la bici estuviera compacta, pues que no piden más, pero como toda cosa que depende del estado de humor de un picas no es demasiado objetiva, quisimos asegurarnos. Para dar más el pego aún, compramos 6 trozos de tela de los que se usan en los paraguas. Les pegamos cintas de velcro y así forman 3 hermosas fundas impermeables, que además de disimular con los ferroviarios puñeteros podían servir de improvisado cobertor en caso de lluvia o sol durante una etapa. Se puede veruna bici ya envuelta en su forro en la foto de arriba. Y así, bien pertrechados, nos dirigimos no sin dificultades, hacia el tren.
Y tanta preparación y tanta leche para que al final todo se solucionase en 15 minutos. Los que teníamos para meter las bicis en el vagón a toda pastilla, acomodarlas en nuestros departamentos y salir el tren zumbando de Zurich. Realmente no había tiempo ni de discutir, pues todo se resumió en darle los billetes al encargado y revivir un rato aquel viejo programa de "si lo sé no vengo" tratando de meter equipaje y bicis antes de que el tren arrancase. Y en Suiza si el tren sale a las 19:00, es que sale a las 19:00. Ni un minuto antes ni uno después. Por suerte el encargado resultó ser de lo más simpático y nos ayudó incluso a cargar las bicis. De hecho, me lo he encontrado en más de un viaje internacional y es increíblemente eficaz, con el añadido de que ese día todo el equipo que iba en el tren estaba de un humor excelente y hasta echamos unas risas durante el trayecto.
Aquí se acaba el tema. Y el viaje. Los paisajes son tan hermosos como los del "Danubio dulce" que vimos el año pasado pero el tiempo no nos acompañó y enturbia algo mis recuerdos entre la fiebre, el frío y la lluvia. Con los trenes, además, el precio sube con respecto al año pasado a unos 800 (y pico) euros por barba que seguro serían menos con viajes de los baratillos de avión, pero estoy hasta las narices de los aviones, sus trabas y sus puñetas. Y si pagando un poco más nos ahorramos tener que buscar como tontos una caja para meter las bicis, pues prefiero pagar a andarme con preocupaciones. El año que viene, nueva ruta. El Danubio sigue su camino hacia el Este y podríamos seguirlo un año más, pero seguramente buscaremos otro río. El Rhin? El Loira? Cerdeña (sí, ya sé que no es un río, pero es una posible aventurilla en bici muy atractiva...)?
La etapa final carece de interés ciclista. Consistió únicamente en desplazarnos con nuestras bicis desde Munich hasta Zurich, para lo cual debimos darnos un madrugón del carajo y subir al tren somnolientos y algunos de mal humor... Ejem... Mala leche cogen algunos con la falta de sueño... Lo curioso de estos alemanes es que en viajes de largo recorrido las bicicletas tienen un puesto reservado, pero nosotros no. Así que las bicis iban en su sitio pero maravillosamente bien mientras que nosotros hicimos el primo al sentarnos en unos asientos que otras personas SI tenían reservado, con lo que tuvimos que cambiar de asiento con cierta estupefacción y cara de merluzos.
Luego, ya en Zurich, tiempo lloviznoso y nada especial que ver. Seguro que es una ciudad bonita, como se ve en la foto, y tal, pero tras un recorrido de 10 días por uno de los paisajes más hermosos de la zona, la ciudad, pues qué se le va a hacer, se veía descolorida y falta de toda gracia. La gente allí además es más seca que un ladrillo, los precios desorbitados y para colmo de males, en una moneda diferente. Que manda narices que con el euro te recorras un porrón de países sin problemas, te la acepten incluso en zonas no adscritas al espacio común ni la moneda única, pero que en esta tierra de banqueros te la rechacen... Es lo que hay. Decidimos no hacer el primo con el cambio y comprar cuatro cosas en un supermercado. La gracia de los supers de alli es que tienen comida cocinada y calentita que puedes pagar con tarjeta de crédito sin problemas.
A partir de aquí, una espera continuada en la estación. Por cierto, en la estación los lavabos son de pago, pero de pago que te cagas, que al cambio salía que por meada te clavan unos 3 euros, y por algo más, ya se entiende, pues aumentando precios. Ahí yo me sentiría estafado, pues pagaría lo mismo que Barnabas pero la cagada suya debería contar doble... Mi tacañismo me impide semejante gasto, así que recurrimos al viejo truco hispano de ir a mear a un McDonald's, escamoteando la clave de la puerta de entrada al lavabo, claro, que si no pues tampoco.
Un apunte curioso acerca de las leyes del país y la cabezonería de los nativos del lugar: Nos compramos comida en el super y nos fuimos a la estación a comerla. Más que nada porque fuera llovía y allí se estaba calentito. Y como buenos hispanos pueblerinos nos sentamos en el suelo a darle a la mandíbula. Bueno, pues dos recios seguratas de la estación vienen hasta donde estamos sentados a llamarnos la atención. Pero no por comer, sino por estar sentados en el suelo. Si lo mismo que estábamos haciendo lo hacemos sentados en un banco, ningún problema. Así que nada, si se ponen ustedes así, pues miren con atención cómo me desplazo 5 metros en esta dirección, aposento mi culo en el banco y sigo con lo que estaba haciendo... Hale, contentos? Sí? pues venga, a vigilar a otra parte. Vaya parida más gorda.
Y la parte graciosa del día: Cuando faltaba algo más de una horita para que el tren saliese, tocaba preparar la bicis. En la página web de RENFE son claritos: Sólo se admiten bicis en compartimentos que ocupemos por completo (por tanto, a pagar a tocateja uno individual y uno doble), con las bicis desmontadas (quitar pedales, rueda delantera y girar manillar) y envueltas en una funda diseñada al efecto.
Con las dos primeras exigencias, sin problemas. Más o menos. Ya llevábamos unas buenas bridas para poder desmontar la bici y atarlo todo bien. El problema viene a partir de aquí, pues una funda diseñada al efecto aparte de carísima (rondan los 100 euros...) es imposible de llevar en un viaje como el nuestro. cualquiera la mete en la alforja. Así que había un problema, porque presentarse sin funda equivalía a dejar que el picas de RENFE de turno decidiera arbitrariamente si tomábamos el tren con bicis, o sin ellas, y ni de coña nos volvemos sin las bicis. Navegando por aquí y por allá, encontramos un curioso método que unos chavales usaron para llevar sus bicis. En su caso, en avión, pero bien adaptado podría lograr el mismo objetivo:
http://eldanubioenbicicleta.es/2009/07/01/como-empaquetar-las-bicicletas-para-ir-en-avion/comment-page-1/#comment-20118
Y procedimos a adaptarlo a nuestra necesidad.
Llevar durante todo el viaje unos tubitos de papel de envolver transparente no es ningún problema. Con esto solo debía ser suficiente, pues en RENFE información me dijeron que sólo con que la bici estuviera compacta, pues que no piden más, pero como toda cosa que depende del estado de humor de un picas no es demasiado objetiva, quisimos asegurarnos. Para dar más el pego aún, compramos 6 trozos de tela de los que se usan en los paraguas. Les pegamos cintas de velcro y así forman 3 hermosas fundas impermeables, que además de disimular con los ferroviarios puñeteros podían servir de improvisado cobertor en caso de lluvia o sol durante una etapa. Se puede veruna bici ya envuelta en su forro en la foto de arriba. Y así, bien pertrechados, nos dirigimos no sin dificultades, hacia el tren.
Y tanta preparación y tanta leche para que al final todo se solucionase en 15 minutos. Los que teníamos para meter las bicis en el vagón a toda pastilla, acomodarlas en nuestros departamentos y salir el tren zumbando de Zurich. Realmente no había tiempo ni de discutir, pues todo se resumió en darle los billetes al encargado y revivir un rato aquel viejo programa de "si lo sé no vengo" tratando de meter equipaje y bicis antes de que el tren arrancase. Y en Suiza si el tren sale a las 19:00, es que sale a las 19:00. Ni un minuto antes ni uno después. Por suerte el encargado resultó ser de lo más simpático y nos ayudó incluso a cargar las bicis. De hecho, me lo he encontrado en más de un viaje internacional y es increíblemente eficaz, con el añadido de que ese día todo el equipo que iba en el tren estaba de un humor excelente y hasta echamos unas risas durante el trayecto.
Aquí se acaba el tema. Y el viaje. Los paisajes son tan hermosos como los del "Danubio dulce" que vimos el año pasado pero el tiempo no nos acompañó y enturbia algo mis recuerdos entre la fiebre, el frío y la lluvia. Con los trenes, además, el precio sube con respecto al año pasado a unos 800 (y pico) euros por barba que seguro serían menos con viajes de los baratillos de avión, pero estoy hasta las narices de los aviones, sus trabas y sus puñetas. Y si pagando un poco más nos ahorramos tener que buscar como tontos una caja para meter las bicis, pues prefiero pagar a andarme con preocupaciones. El año que viene, nueva ruta. El Danubio sigue su camino hacia el Este y podríamos seguirlo un año más, pero seguramente buscaremos otro río. El Rhin? El Loira? Cerdeña (sí, ya sé que no es un río, pero es una posible aventurilla en bici muy atractiva...)?
2 comentarios:
El Loira no esta mal pero es una zona con una climatologia similar a la del Danubio y a ti eso no te va.
En Cerdeña no te va a llover pero vas a tener un calor infernal, y dicen que es un rompepiernas, asi que Eli se cagara en todo...
Yo no se si me voy a cagar en todo pero recuerdo que solo me "dejé" por subir la cuestecita aquella tan plana que "sólo" tenia un 20% de pendiente y en la que con la carga de las alforjas me quedé clavada en medio...
Además si desechas Loira y Cerdeña sólo nos queda el Rhin....Te mola lo alemán eh? O son el grato recuerdo de los Schnitzels?je, je...
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