29/08/2013
Hoy iba a ser el último día de ruta. Cortesía de los trenes de la SNCF no podíamos apurar y tocaba hacer una maratón de trenes para poder llegar a París a tiempo de pillar el tren a Cerbere, así que iba a ser la última ocasión de pedalear por estos paisajes de salvaje y domada belleza. Lo primero fue desayunar, y nuestro anfitrión nos dio conversació y un opíparo desayuno con pastelería bretona y mucha mantequilla y mermelada. Excelente todo y encima casero. Particularmente la mermelada de ruibarbo, hecha por su mujer, estaba excelente y me serví varias raciones acompañadas de la mantequilla salada bretona tradicional. Como le explicamos en ese rato la ruta que íbamos a hacer y resultó un enamorado de su tierra, nos explicó cómo llegar a Perros-Guirec por una vía verde, el GR-34, que además ES PLANO. Sin cuestas. No hubo más discusión y encima cogió su propia bicicleta y nos guió hasta la entrada del GR, pues sin él hubiera sido algo complicado encontrarla.
Fuimos entonces por ese camino pero al carecer de mapa de la zona teníamos que fiarnos de la memoria de Eli para las explicaciones que le había dado el señor, pero no nos engañemos, esto no e algo muy fiable. Su memoria no, que es bastante segura, pero su capacidad de entender sobre el terreno lo visto en un mapa y sin poderlo consultar unos cientos de veces a cada curva... pues que no. Barnabas además nos sorprendió con una desconocida incapacidad de introspección, pues tras casi 10 km de ir siguiendo el GR con sus señales y todo, en una encrucijada dudosa va diciendo todos los caminos que salen en su GPS hasta que Eli, con poca paciencia como en ella es habitual, le espeta que busque el GR y se deje de otras memeces. La respuesta de Barnabas fue altamente inesperada: El GR-34? Ah! Haberlo dicho!!
Pero será... Pues que carajo habíamos ido siguiendo los últimos 10 Km? Tendrá jeta... su versión de esta anécdota dista "un poco" de lo que he contado, pero dejaré que él mismo ponga en los comentarios cómo le parece que esto aconteció. Que no olvide mencionar que nadie le dió su merecida colleja.
Luego seguimos camino. COmo habíamos acortado mucho y encima por terreno casi plano, con poca fatiga acumulada, nos permitimos un almuerzo con pastel de ciruelas en Perros-Guirec y luego continuamos ruta hacia la izquierda en la costa Rosada. Esta se llama así por el granito de color rosáceo que está por toda la zona, siendo esto a tal nivel que casi cualquier construcción está hecha con esta piedra y tiene este curioso color rosa. Muchas casas y hasta un molino de la zona son así y resultan muy curiosas de ver.
Para comer paramos en la playa de Saint Guirec, preciosa, medio escondida entre arrecifes, acantilados y hasta con una mansión almenada al fondo de la cala. Además con poca gente, lo cual siempre es de agradecer.
Lamentablemente a partir de aquí retomamos el rompepiernas habitual de cuestas por todas partes, y eso que abandonamos la costa para ir hacia el interior a visitar un molino antiguo, un dolmen muy bien conservado y, para alegría de Barnabas, un centro de investigación espacial y telecomunicaciones que tenía unas antenas enormes, de las que le gustan especialmente. Cada uno tiene sus manías, y la suya es la astronomía.
Pronto acabamos reventados y tras la última visita, a un menhir prehistórico al que un sacerdote católico medio lerdo, si le quitamos "medio" de la aseveración, decidió corregir mediante la adición de imágenes sacras cristianas y que no logró más que estropear, decidimos poner fin a la excursión.
El Bodrio en cuestión.
Nos quedaban un buen montón de km hasta Lannion, y para acortar decidimos salirnos de la ruta y fiarnos del GPS de Barnabas. Esto resultó una curiosa fuente de conflicto, ya que Eli ponía una serie de condiciones difíciles de cumplir, tales como evitar cuestas (complicado en esa región) y carreteras. Algo quizá más complicado. Barnabas fue calentándose los cascos con cierta inhabilidad en la ruta, que Eli se dedicó a cambiar cuando veía la ocasión, al punto que nos metió por un GR lleno de barro que para hinchar bien las narices encima al cabo de 500 m estaba cortado para bicicletas. Barnabas puso cara de asesinar a alguien pero se reprimió, aún desconocemos por qué, y tras meternos por la carretera más grande que encontró llegamos por fin a Lannion y a casa.
Un estudio a doble ciego...
Nuestro anfitrión nos vino a buscar casi en el acto para darnos el paseo prometido en su simulador de vuelo. Eli se lo pasó pipa, pero los no franco parlantes del grupo nos quedamos algo menos entusiasmados. En fin, de todas formas resultó divertido y nos obsequió como un extra un viaje desde Perpignan a Barcelona que fue bien curioso, pues esa perspectiva de la ciudad desde un avión no nos era nueva pero sí interesante.
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