Durante algún tiempo las ideas de Popper ganaron un gran número de adeptos, hasta que Willard Von Orman Quine (1908-2000) publicó en 1951 el artículo "Dos dogmas del empirismo". La tesis de Popper era que un resultado experimental puede falsar una teoría científica concreta. Por ejemplo, la observación de la órbita de Mercurio falsa la ley de la gravitación universal de Newton. Por supuesto, la observación de la órbita de Mercurio falsa esta teoría sólo si dicha observación es correcta. Si las leyes de la óptica son correctas, si no existe ninguna interferencia desconocida entre aquí y Mercurio, etc... Entonces, en lugar de una teoría bajo sospecha tenemos una multitud de supuestos cuestionables, cada uno de los cuales podría falsarse en principio mediante refutación experimental. Pero ¿cómo podemos saber cuál es el falso?.
Según Quine, la lógica nada nos dice acerca de por qué deberíamos rechazar la mecánica newtoniana y no las leyes de la óptica. Cuando un conjunto de enunciados lleva a una contradicción, al menos uno de ellos ha de ser falso, pero la lógica no nos dice cómo averiguar cuál es. Aducir que las leyes de la óptica se han observado una y otra vez no sirve, pues es lógicamente posible que nuestra fe en las mediciones sea injustificada.
Llevado hasta el extremo, esta idea nos dirá que cualquier caso de falsación constituye una potencial amenaza no sólo para la teoría en cuestión, sini también para todo nuestro conjunto de creencias. No hay modo de inferir lógicamente qué creencias son las que conducen a la conclusión falsa. Y suscita también el interrogante: ¿Cómo puede influir o tener algo que ver con la cuestión de la mecánica newtoniana nuestra creencia de que "el campo es bonito"? Todas nuestras creencias según Quine se hallan conectadas y forman un todo. Es lo que llamó la "red de creencias". Quine piensa que la red sólo afecta a la experiencia de manera externa, pero es la red como un todo la que se contrasta con la experiencia.
Los cambios en nuestras creencias firmes ubicadas en el corazón de la red repercutirán en toda ella. Los cambios en las regiones externas y más débiles tendrán menos impacto. Si nuestras creencias fundamentales se ven desafiadas (como cuando Saulo se convirtió al cristianismo) tendrá lugar un cambio relevante. Así, la mayor parte de la red de Saulo-San Pablo tuvo que reajustarse, pero el descubrimiento de cisnes negros en Australia sólo provocó un pequeño cambio sin importancia.
Quine afirma: La totalidad de lo que llamamos conocimiento o creencias, desde las cuestiones más accidentales de la geografía y el derecho a las más profundas leyes de la física atómica o de la matemática y la lógica puras, es una estructura artificial que sólo afecta a la experiencia colateralmente. [...] Un conflicto con la experiencia en la periferia ocasiona reajustes en lo más profundo de la red.
Cuando alguna de nuestras creencias se enfrenta a la falsación por la experiencia, se ve desafiada la red en su totalidad. Según Quine, tratamos de hacer las mínimas alteraciones posbles para acomodar una nueva experiencia modificando las partes blandas de la red antes que las partes duras. Decidimos, pues, rechazar la mecánica newtoniana antes que cualquier otra cosa porque vemos qeu comporta menos alteraciones en el conjunto de la red.
El resultado de esta red de creencias es que la ciencia está "infradeterminada", es decir, que no existen suficientes evidencias para garantizar lógicamente la verdad de nuestras creencias científicas porque, para deducir la verdad o la falsedad de cualquier enunciado, precisamos muchas premisas ocultas, que describan efectivamente la totalidad de nuestra red de creencias. Como subraya Quine, la red sólo conecta la experiencia en la superficie. La experiencia nos enseña muy poco y la mayor perte es invención nuestra. Un enunciado científico se considera verdadero si puede dar cuenta de nuestra experiencia modificando sólo de forma mínima la totalidad de nuestra red. Si tuviésemos una red de creencias radicalmente diferente, como la aristotélica, podría suceder que la función de dar cuenta de una experiencia con las mínimas repercusiones la cumpliesen enunciados completamente distintos.
La propia pregunta fundamental de qué cosas hay en el mundo sólo puede responderse a la luz de la totalidad de nuestras restantes creencias. Los propios objetos físicos no son más que mitos útiles que sirven para explicar y predecir la experiencia. "Introducimos conceptualmente en la situación de los objetos físicos como intermediarios útiles, no por definición en términos de experiencia sino simplemente como postulados irreductibles, epistemiológicamente comparables a los dioses de Homero. Por cierto que yo, por mi parte, como físico lego que soy, creo en los objetos físicos y no en los dioses de Homero, y considero un error científico orientar la creencia de otro modo. Pero en cuanto a su fundamento epistemiológico, los objetos físicos y los dioses difieren sólo en grado, no en género."
El relativismo: La idea de Quine llevó a una serie de personas a renunciar a toda esperanza de conquistar verdades objetivas sobre el mundo por medio de la ciencia. La característica común del relativismo es que considera que el éxito de las teorías científicas depende de un elemento distinto de la verdad objetiva. La idea de Quine desafía el método de elección entre teorías "en función de su simplicidad". ¿Qué hace que una teoría sea más simple que otra? En lugar de la simplicidad los filósofos han sugerido que escogemos entre teorías rivales por motivos políticos, económicos, pragmáticos o estéticos.
La expresión más extrema de esta concepción la hallamos en el filósofo "anarquista" de la ciencia Paul Fayerabend (1924-1994) quien niega la existencia de todo método científico: Cada cultura crea una teoría que encaja con su carácter estético y moral. Sin embargo, Donald Davidson tenía significativas dudas con respecto al rechazo al método científico. Su oposición parte de la creencia de Quine de que la lógica es en principio revisable: Para saber cómo modificar nuestra red, deberíamos ser capaces de decir qué se derivaría de un posible cambio en la red. ¿Qué otra forma tenemos de saber que nuestro cambio no entrará en conflicto con la experiencia? Necesitamos disponer de algún tipo de teoría de la demostración. Significa que no podemos prescindir de alguna clase de lógica, y también que esta teoría de la demostración no puede ser revisable a su vez. Pues, si pudiésemos cambiar el método de demostración, no tendríamos forma de determinar sus posibles consecuencias. Por tanto, la red debe poseer al menos un núcleo inmutable. Y para que sea una red de creencias genuina, debemos suponer que apunta a la verdad. Creer algo vale tanto como creer que es verdadero. Todas las redes deben compartir una base de verdad común.
La verdad no forma parte de la red modificable, sino de sus "cantos rígidos", y por eso todas las redes pueden compararse entre sí con respecto a la verdad. Davidson adopta la tesis de Quine de que la ciencia se halla infradeterminada, pero rechaza la red totalmente revisable en favor de una parcialmente revisable, a caballo entre un núcleo duro de la lógica y los cantos duros de la verdad. La verdad es una base rígida sobre la que se erige una estructura cada vez más pefecta. La ciencia es una forma de aproximarse a la verdad. No obstante, ofrece poco a poco métodos para aproximarse a la verdad, y tampoco aporta una justificación del método científico. En esto no logró convencer a los relativistas convencidos.
Según Quine, la lógica nada nos dice acerca de por qué deberíamos rechazar la mecánica newtoniana y no las leyes de la óptica. Cuando un conjunto de enunciados lleva a una contradicción, al menos uno de ellos ha de ser falso, pero la lógica no nos dice cómo averiguar cuál es. Aducir que las leyes de la óptica se han observado una y otra vez no sirve, pues es lógicamente posible que nuestra fe en las mediciones sea injustificada.
Llevado hasta el extremo, esta idea nos dirá que cualquier caso de falsación constituye una potencial amenaza no sólo para la teoría en cuestión, sini también para todo nuestro conjunto de creencias. No hay modo de inferir lógicamente qué creencias son las que conducen a la conclusión falsa. Y suscita también el interrogante: ¿Cómo puede influir o tener algo que ver con la cuestión de la mecánica newtoniana nuestra creencia de que "el campo es bonito"? Todas nuestras creencias según Quine se hallan conectadas y forman un todo. Es lo que llamó la "red de creencias". Quine piensa que la red sólo afecta a la experiencia de manera externa, pero es la red como un todo la que se contrasta con la experiencia.
Los cambios en nuestras creencias firmes ubicadas en el corazón de la red repercutirán en toda ella. Los cambios en las regiones externas y más débiles tendrán menos impacto. Si nuestras creencias fundamentales se ven desafiadas (como cuando Saulo se convirtió al cristianismo) tendrá lugar un cambio relevante. Así, la mayor parte de la red de Saulo-San Pablo tuvo que reajustarse, pero el descubrimiento de cisnes negros en Australia sólo provocó un pequeño cambio sin importancia.
Quine afirma: La totalidad de lo que llamamos conocimiento o creencias, desde las cuestiones más accidentales de la geografía y el derecho a las más profundas leyes de la física atómica o de la matemática y la lógica puras, es una estructura artificial que sólo afecta a la experiencia colateralmente. [...] Un conflicto con la experiencia en la periferia ocasiona reajustes en lo más profundo de la red.
Cuando alguna de nuestras creencias se enfrenta a la falsación por la experiencia, se ve desafiada la red en su totalidad. Según Quine, tratamos de hacer las mínimas alteraciones posbles para acomodar una nueva experiencia modificando las partes blandas de la red antes que las partes duras. Decidimos, pues, rechazar la mecánica newtoniana antes que cualquier otra cosa porque vemos qeu comporta menos alteraciones en el conjunto de la red.
El resultado de esta red de creencias es que la ciencia está "infradeterminada", es decir, que no existen suficientes evidencias para garantizar lógicamente la verdad de nuestras creencias científicas porque, para deducir la verdad o la falsedad de cualquier enunciado, precisamos muchas premisas ocultas, que describan efectivamente la totalidad de nuestra red de creencias. Como subraya Quine, la red sólo conecta la experiencia en la superficie. La experiencia nos enseña muy poco y la mayor perte es invención nuestra. Un enunciado científico se considera verdadero si puede dar cuenta de nuestra experiencia modificando sólo de forma mínima la totalidad de nuestra red. Si tuviésemos una red de creencias radicalmente diferente, como la aristotélica, podría suceder que la función de dar cuenta de una experiencia con las mínimas repercusiones la cumpliesen enunciados completamente distintos.
La propia pregunta fundamental de qué cosas hay en el mundo sólo puede responderse a la luz de la totalidad de nuestras restantes creencias. Los propios objetos físicos no son más que mitos útiles que sirven para explicar y predecir la experiencia. "Introducimos conceptualmente en la situación de los objetos físicos como intermediarios útiles, no por definición en términos de experiencia sino simplemente como postulados irreductibles, epistemiológicamente comparables a los dioses de Homero. Por cierto que yo, por mi parte, como físico lego que soy, creo en los objetos físicos y no en los dioses de Homero, y considero un error científico orientar la creencia de otro modo. Pero en cuanto a su fundamento epistemiológico, los objetos físicos y los dioses difieren sólo en grado, no en género."
El relativismo: La idea de Quine llevó a una serie de personas a renunciar a toda esperanza de conquistar verdades objetivas sobre el mundo por medio de la ciencia. La característica común del relativismo es que considera que el éxito de las teorías científicas depende de un elemento distinto de la verdad objetiva. La idea de Quine desafía el método de elección entre teorías "en función de su simplicidad". ¿Qué hace que una teoría sea más simple que otra? En lugar de la simplicidad los filósofos han sugerido que escogemos entre teorías rivales por motivos políticos, económicos, pragmáticos o estéticos.
La expresión más extrema de esta concepción la hallamos en el filósofo "anarquista" de la ciencia Paul Fayerabend (1924-1994) quien niega la existencia de todo método científico: Cada cultura crea una teoría que encaja con su carácter estético y moral. Sin embargo, Donald Davidson tenía significativas dudas con respecto al rechazo al método científico. Su oposición parte de la creencia de Quine de que la lógica es en principio revisable: Para saber cómo modificar nuestra red, deberíamos ser capaces de decir qué se derivaría de un posible cambio en la red. ¿Qué otra forma tenemos de saber que nuestro cambio no entrará en conflicto con la experiencia? Necesitamos disponer de algún tipo de teoría de la demostración. Significa que no podemos prescindir de alguna clase de lógica, y también que esta teoría de la demostración no puede ser revisable a su vez. Pues, si pudiésemos cambiar el método de demostración, no tendríamos forma de determinar sus posibles consecuencias. Por tanto, la red debe poseer al menos un núcleo inmutable. Y para que sea una red de creencias genuina, debemos suponer que apunta a la verdad. Creer algo vale tanto como creer que es verdadero. Todas las redes deben compartir una base de verdad común.
La verdad no forma parte de la red modificable, sino de sus "cantos rígidos", y por eso todas las redes pueden compararse entre sí con respecto a la verdad. Davidson adopta la tesis de Quine de que la ciencia se halla infradeterminada, pero rechaza la red totalmente revisable en favor de una parcialmente revisable, a caballo entre un núcleo duro de la lógica y los cantos duros de la verdad. La verdad es una base rígida sobre la que se erige una estructura cada vez más pefecta. La ciencia es una forma de aproximarse a la verdad. No obstante, ofrece poco a poco métodos para aproximarse a la verdad, y tampoco aporta una justificación del método científico. En esto no logró convencer a los relativistas convencidos.
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